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La gente se endeuda cada vez más para llegar a fin de mes

Desde comienzos de año, el organismo oficial Indec ha registrado un fuerte crecimiento en el uso de tarjetas de crédito para la compra de alimentos básicos en supermercados y mayoristas. Hoy, casi la mitad de esas transacciones (47,5 %) se efectúan a crédito, un alza de 8,1 puntos porcentuales respecto al año anterior. En paralelo, el empleo de la tarjeta de débito retrocedió del 33,2 % al 25,1 %, reflejo de la falta de liquidez en los sectores populares.

Según la consultora La Sastrería, tres de cada diez argentinos debieron recurrir al endeudamiento en marzo para cubrir sus gastos mensuales, mientras que la mitad apenas logra llegar al fin de mes sin ahorrar. Este escenario evidencia la vulnerabilidad de los hogares frente al aumento de precios y la erosión de sus ingresos.

Pese a que el gobierno sostiene que “la pobreza está disminuyendo”, un 55 % de los consultados considera que, por el contrario, la pobreza avanza. Esta desconfianza se suma a que más del 60 % valora negativamente las medidas económicas oficiales, y un 63,9 % califica el rumbo financiero del país como “malo o muy malo”.

Los críticos señalan que las políticas de apertura indiscriminada de importaciones y las normas del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) han precarizado el empleo. Entre las medidas cuestionadas figuran la extensión de los períodos de prueba, la conversión de asalariados en monotributistas y aumentos de salario mínimo por decreto, acciones que, según opositores, debilitan la capacidad de organización de los trabajadores y profundizan la primarización de la economía.

Un estudio paralelo de la consultora Analogías coincide en que casi el 64 % de la población no cree en la supuesta reducción de la pobreza que difunde el Ejecutivo. Desde el inicio de la gestión libertaria, la desaprobación de su gestión económica no deja de crecer: un 43,1 % de los encuestados la califica como “muy mala”.

En síntesis, la creciente dependencia de crédito para cubrir la canasta básica, el escepticismo sobre las cifras oficiales de pobreza y la percepción mayoritaria de un deterioro económico configuran un escenario de creciente malestar social que contrasta con los mensajes optimistas del gobierno.

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