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La industria y una caída sin fin

Impulsada por una política de puertas abiertas a las importaciones y la fuerte caída del poder adquisitivo, la industria local atraviesa una crisis profunda. La decisión de permitir la entrada masiva de productos del extranjero, a precios más bajos y con mayor tecnología, ha dejado a los fabricantes nacionales en desventaja, incapaces de competir en costos y calidad.

El impacto más visible se registra en el sector textil. Alpargatas, referente histórico de la producción de telas en el país, ha visto reducirse su volumen de fabricación en un 50 %: de 1,2 millones de metros al mes a poco más de 500.000. Sus directivos advierten que esta tendencia a la baja continuará si no se revierten las condiciones de mercado, marcadas por salarios cada vez más erosionados frente a la inflación.

En el rubro de la celulosa, Celulosa Argentina S.A. pasó de registrar ganancias superiores a 10 millones de pesos en febrero de 2024, a acumular pérdidas cercanas a 40 millones al cierre del último ejercicio. La empresa, que ya se encontraba bajo concurso de acreedores con una obligación de 128 millones de dólares, afronta ahora el pedido de quiebra de Tecmaco Integral, su principal acreedor.

Hasta las cadenas de supermercados con respaldo foráneo sufren el declive del consumo interno. Carrefour, presente en 22 provincias con 680 locales y más de 17.000 empleados, solicitó al Deutsche Bank un informe sobre sus activos ante la merma de sus ventas, como para buscar inversiones o directamente vender el negocio en el país. Este ejemplo ilustra que ni siquiera el capital internacional queda al margen del derrumbe del mercado doméstico.

Para los grandes conglomerados económicos, la estrategia resulta doblemente beneficiosa: por un lado, debilitar al sector industrial local al ahogarlo con costos laborales y tributarios, y por el otro, introducir materias primas y productos finales que degradan la capacidad productiva nacional. El resultado es una creciente dependencia de las importaciones para cubrir desde la materia prima hasta los bienes de consumo, profundizando el modelo de primarización de la economía argentina.

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