Cachetazo electoral a Milei en suelo bonaerense
Contra muchos presagios que hablaban de una abstención elevada y contra las encuestas que señalaban el triunfo de La Libertad Avanza y el PRO residual o una exigua diferencia a favor de Fuerza Patria, ayer en las urnas el pueblo voto para expresar su bronca contra el Gobierno nacional. Fuerza Patria fue la herramienta que se usó para expresar esa bronca. Y así fue que ganó por más del 13%, lo hizo en 6 de las 8 secciones electorales, y se impuso en 99 municipios.
La gente fue a votar, porque entendió que era necesario expresar con el voto que estaban en contra de las políticas y accionar del Gobierno nacional, por más que se trataba de una elección provincial. Cuando depositó su voto, el sufragante recordaba la represión a los jubilados, el destrato a los discapacitados, la desfinanciación de las universidades y de la ciencia y tecnología, el abandono de la educación pública, una política economicista que olvidaba que gobernar es mejorarle la vida a la gente, el industricidio y la condena a las pymes, el deterioro salarial. Sus votantes en 2023 recordaron la desilución, las mentiras, el abandono de las promesas por las cuales lo votaron…la traición de terminar siendo ellos el costo del ajuste. Así, poco a poco y causa a causa se fue construyendo este contundente mensaje, que para Milei y compañía será difícil de eludir.
La provincia de Buenos Aires volvió a mostrar su peso decisivo en la escena política nacional: en una elección marcada por una intensa disputa y una campaña que buscó condicionar la participación, la alianza peronista se impuso con comodidad sobre la coalición libertaria, cosechando la mayor cantidad de distritos y ampliando su poder en la Legislatura provincial. Con el recuento prácticamente cerrado, la fuerza ganadora venció en seis de las ocho secciones electorales y alcanzó una ventaja que supera los trece puntos sobre su principal adversario.
La jornada tuvo además una participación relevante: algo más del 60% del padrón acudió a las urnas —un número que, aunque inferior al de elecciones recientes de alta convocatoria, muestra una movilización significativa frente a las maniobras que algunos sectores atribuyeron al gobierno nacional para desincentivar el voto—, según el escrutinio provisorio. Ese volumen de votantes equivale a varios millones de bonaerenses que decidieron jugarse en una contienda que, para muchos actores, tenía la lectura de un plebiscito sobre las políticas nacionales.
En términos crudos, cuando se mira el resultado contra el total del padrón —y no sólo contra los votos emitidos— la foto adquiere otra dimensión. Sumando las dos categorías de bancas en disputa, el castigo a la gestión nacional se tradujo en millones de votos para la coalición gobernante provincial, mientras que la alianza libertaria consolidó un número menor pero significativo de adhesiones. Las cifras oficiales consignan que el peronismo obtuvo una porción sustancial del padrón, frente a una estrategia opositora que no logró torcer la tendencia.
El impacto institucional de la votación es tangible: en Diputados provinciales la fuerza vencedora se quedó con 21 de las 46 bancas en juego —lo que la proyecta con alrededor de 39 legisladores en la próxima conformación—; en el Senado el resultado fue suficiente para asegurar el quórum propio, tras ganar 13 de las 23 bancas puestas en disputa y alcanzar así cerca de 24 senadores en el bloque oficialista. Esa recomposición del equilibrio parlamentario amplía las posibilidades del gobierno provincial para impulsar su agenda y blindarse ante iniciativas nacionales que choquen con sus prioridades.
La lectura política que dejan estos números obliga a retroceder en el tiempo y repasar la trayectoria electoral de los últimos años en la provincia: el pico de movilización de 2019, cuando la participación superó el 80%, dio paso en 2021 a una merma que algunos interpretaron como desgaste de la política tradicional y, luego, a las oscilaciones de 2023 que terminaron por abrir nuevas lecturas generacionales y territoriales. Esa secuencia ayuda a explicar por qué la victoria actual no es únicamente un triunfo numérico, sino también una señal de recuperación de la centralidad de ciertos sectores populares y una alerta sobre la necesidad de reconstruir vínculos y proyectos en los barrios.
Más allá del reparto de bancas, la elección deja una foto social: el Conurbano —ese vasto entramado de pueblos, trabajadores y trayectorias migratorias que sostiene buena parte de la vida productiva y cultural bonaerense— volvió a mostrar su rol de palanca electoral. Para el peronismo, el desafío inmediato será traducir el resultado en políticas concretas y en una reorganización territorial que recupere la iniciativa en lo cotidiano; para la oposición, la derrota obliga a repensar liderazgos, estrategia y discurso si la meta es no quedar reducida al rechazo parlamentario. (La voz de gobernadores, intendentes y dirigentes nacionales ya comenzó a escucharse en clave de interpretación y ajuste).
En estas horas, mientras se terminan de cerrar mesas y se mueven las piezas legislativas y partidarias, la discusión central debería girar sobre dos cuestiones: cómo aprovechar el triunfo para impulsar un modelo social y productivo que mejore condiciones de vida, y cómo reconstruir la confianza política en quienes se sintieron defraudados por gestiones anteriores. Si la experiencia reciente enseña algo es que ganar es necesario pero no alcanza: la legitimidad se consolida con políticas que transformen la cotidianeidad y con una trama organizativa que vuelva a colocar a la gente en el centro de las decisiones.
La provincia habló y lo hizo con claridad: dejó un mapa legislativo distinto, un peronismo con mayor margen de maniobra y una coalición libertaria con tarea de recomposición. Kicillof puede sentirse satisfecho de haber elegido una arriesgada apuesta en el desdoblamiento electoral, pero que ante los resultados los deja con una espalda política ampliada, de cara a octubre, como referente de la reconstrucción del peronismo. Ahora comienza la prueba de convertir ese resultado electoral en respuestas que atraviesen la realidad social bonaerense.