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Lapidario informe «amarillo» contra la gestión Milei

A poco más días de las elecciones legislativas, la Fundación Pensar —el «think tank» del PRO presidido por María Eugenia Vidal— publicó un diagnóstico demoledor que, paradójicamente, funciona como una radiografía del descalabro económico que también golpea al propio oficialismo. El documento, titulado “El contador”, releva pérdidas de empleo, deterioro del salario real y un ánimo social profundamente negativo: casi 7 de cada 10 consultados creen que lo peor de la crisis todavía no pasó.

El informe combina análisis técnico —con aportes de economistas como Hernán Lacunza y datos de presupuesto— con una encuesta encargada a la consultora Casa Tres (Mora Jozami). El resultado es una fotografía que obliga a leer la campaña electoral desde la política social concreta y no sólo desde la disputa retórica: 304.925 puestos de trabajo habrían desaparecido en el periodo de gobierno de Javier Milei, una caída del 1,4% en el empleo medido por la Fundación Pensar.

Los números sociales que aporta el documento son, en apariencia, aún más comprometedores: la Fundación estima que más de la mitad de las familias no llega a fin de mes; el 63% debió recortar gastos, el 54% sacrificó actividades de ocio y el 34% debió reemplazar marcas por opciones más baratas. En paralelo, el informe registra que el 52% de los trabajadores teme perder su empleo y que el 49% afirma que su salario no alcanza para cubrir el mes. Es decir: no se trata sólo de indicadores macro, sino de masticar pérdidas cotidianas que atraviesan hogares enteros. PAGINA12

En lo político, las consecuencias son evidentes. El sondeo muestra que el estado de ánimo es negativo en el 54% de la población y que sólo el 46% aprueba la gestión del Gobierno; además, alrededor del 46–47% de los consultados adelanta que votará por la oposición en las próximas elecciones. La pregunta por si «lo peor pasó» arroja una respuesta demoledora: el 43% cree que lo peor está por pasar, el 27% que está pasando ahora, y apenas el 26% considera que ya pasó; en conjunto, casi siete de cada diez argentinos no creen que la crisis haya tocado fondo. Esa percepción, más allá de la metodología, tiene impacto político inmediato.

Que un órgano del PRO publique un informe con esta tonalidad crítica es, por sí mismo, una señal: el macrismo busca marcar distancia con la gestión liberal —al mismo tiempo que comparte listas y acuerdos electorales— y, sobre todo, ofrece a la Casa Rosada un termómetro interno del descontento que amenaza con traducirse en voto castigo. La publicación de Pensar no es una mera operación periodística: es una advertencia dirigida a quienes gobiernan y a los votantes, y llega en el peor momento político posible para el oficialismo.

El diagnóstico técnico del documento no es menor: los salarios, aunque según el propio informe «le ganaron a la inflación en los últimos seis meses», siguen 10 puntos por debajo del nivel de 2023; el salario mínimo habría perdido un 30% real y las jubilaciones retrocedieron un 5% —incluso contando bonos—. Esos números, combinados con la caída del empleo, explican por qué las familias recortan consumo y por qué crecen las quejas por la pérdida de poder adquisitivo.

Frente a ese cuadro, las explicaciones oficiales —que apostaron a que la economía «tocó piso» y que la estabilización está en marcha— suenan cada vez más desconectadas de la experiencia doméstica. El informe de Pensar expresa con crudeza la brecha entre la narrativa del Gobierno y la realidad sentida en los barrios: cuando la gente responde que no llega a fin de mes o que teme por su puesto de trabajo, los relatos de recuperación pierden anclaje.

La estrategia política en ciernes es clara: el PRO intenta capitalizar el malestar como herramienta para reposicionarse frente al oficialismo, a la vez que envía señales a votantes moderados y a la base propia de que existe capacidad de autocrítica y alternativa. Pero la jugada tiene riesgos: al exponer la gravedad del cuadro, el ala macrista de la alianza también le blanquea a la ciudadanía que la coalición de gobierno atraviesa rupturas internas y contradicciones programáticas. Esa exposición puede reforzar tanto la fuga de votos como la fragmentación del espacio gobernante.

En la víspera electoral, el informe de la Fundación Pensar hace lo que cualquier trabajo serio de análisis político debe hacer: poner números sobre la mesa y forzar un debate público. La lectura que propone —y que a esta altura ya no puede ser ignorada por el oficialismo— es que las políticas económicas vigentes no sólo generan resultados macroeconómicos cuestionables, sino que también erosionan la legitimidad social del Gobierno. Si la política es, además de gestión, capacidad para sostener pactos sociales mínimos, el saldo que deja “El contador” es claro: hay cuentas abiertas y la factura la paga la mayoría.

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