Es grave el desempleo industrial en el conurbano bonaerense
Un informe elaborado por el Instituto Argentina Grande (IAG) revela que, entre noviembre de 2023 y mayo de 2025, el empleo privado registrado en la Argentina arroja un saldo neto negativo cercano a las 100.000 plazas. Ese retroceso, que concentra sus efectos más duros en el área industrial y de la construcción, confirma el avance de un modelo productivo cada vez más orientado a la extracción y exportación de materias primas, con escasa transformación local.
El mapa provincial evidencia el desequilibrio: la provincia de Buenos Aires lidera las pérdidas, con una caída de 33.156 puestos vinculados sobre todo a actividades industriales, mientras que Neuquén es una de las pocas jurisdicciones que registra un saldo positivo —en torno a 6.151 empleos— asociado al empuje de Vaca Muerta y actividades afines. Esa fragmentación territorial muestra que los nuevos empleos ligados a la extracción no alcanzan para recomponer las plazas destruidas en los polos fabriles.
La primarización del tejido productivo no sólo se lee en cifras de ocupación, sino también en la cantidad de empresas: el mismo trabajo del IAG contabiliza 15.564 cierres de firmas desde noviembre de 2023. En ese ránking de cierres, la provincia de Buenos Aires encabeza las peores cifras (4.293 firmas menos), seguida por Córdoba y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo que profundiza la fractura entre regiones que ganan con la extracción y otras que pierden capacidad productiva.
Por rubros, el desbalance es contundente. El golpe más duro lo recibió la construcción, con una pérdida aproximada de 59.800 puestos registrados —sin contar la extensa informalidad del sector—; la industria manufacturera también acumula una merma sustantiva, cercana a los 33.100 empleos. En contraste, las únicas ramas que crecieron en el período fueron el comercio y las reparaciones, la agricultura y la pesca, evidenciando que el aumento de actividad se concentra en sectores de menor contenido tecnológico o de valor agregado, es decir, en la primarización.
La caída del empleo industrial encuentra otra manifestación en la relación comercial con Brasil. En agosto de 2025 las exportaciones argentinas hacia ese país rondaron los US$ 1.029 millones, mientras que las importaciones procedentes de Brasil ascendieron a unos US$ 1.642 millones; el saldo bilateral resultó así deficitario para la Argentina en cerca de US$ 613 millones en ese mes. El aumento de las compras al país vecino —con especial protagonismo de vehículos y autopartes, que incrementaron fuertemente su ingreso— golpea a las terminales automotrices locales y a toda la cadena de proveedores, con efecto directo sobre el empleo en el conurbano bonaerense.
Esa dinámica —importaciones que trepan mientras caen ventas hacia destinos clave— refuerza la imagen de una economía que se desarma por dentro: se concentra la producción primaria, se reducen las fuentes laborales en los sectores con mayor encadenamiento productivo y se debilita el entramado empresario local que históricamente generó empleo de calidad en el AMBA. La suma de las pérdidas en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma arroja, según el informe, un saldo negativo de casi 48.000 empleos que el país no recupera con los puestos nacidos en otras provincias.
En los barrios fabriles del conurbano, donde se agrupan generaciones de trabajadores llegados de distintas regiones del país y de países hermanos, el impacto social se traduce en cierre de talleres, jornadas reducidas y mayor precariedad. Voces sindicales y de las cooperativas señalan que la desarticulación del tejido productivo agrava la pérdida de ingresos y alimenta la bronca social. En el terreno político y gremial, la pregunta es la misma: cómo frenar la transferencia de recursos hacia eslabones externos que no generan trabajo ni valor agregado locales.
La radiografía que ofrece el IAG obliga a repensar políticas: no alcanza con que algunas provincias registren aumento de ocupación si esa recuperación está anclada en actividades extractivas que no recomponen las plazas perdidas en los centros industriales. La discusión abierta en plazas y fábricas —como reflejan las quejas y las consignas que circularon en asambleas y movilizaciones— reclama respuestas públicas que vayan más allá del ajuste y apuesten a reactivar la inversión productiva con eje en el trabajo y la industrialización.