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La inversión cayó a la mitad durante el gobierno de Milei

Durante 2024, Argentina recibió apenas 11.644 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa (IED), un 53 % menos que el récord de 24.757 millones obtenido en 2023, según el informe 2025 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Este retroceso marca el desplome de la mitad de los flujos de capital en el primer año del gobierno de Javier Milei, salvo en el rubro de recursos naturales, que fue el único segmento con crecimiento interanual.

Contrario a lo que podría esperarse de una política que prometía “abrir por completo el país” a los capitales externos, la caída se explica en gran parte por la dinámica interna de la IED: la reinversión de utilidades —la porción de ganancias que las empresas vuelven a inyectar en sus filiales locales— aportó el 47 % de los ingresos, mientras que los préstamos entre compañías representaron el 29 % y las contribuciones de capital el 25 %. Estos datos revelan que el dinero entrante no se orientó a expandir la planta productiva ni a generar empleo, sino a transferir recursos hacia el exterior.

En particular, los créditos entre empresas cedieron un 78 % respecto a 2023 una vez eliminadas las restricciones cambiarias que habían obligado a las compañías a endeudarse con sus matrices. El primer decreto de Milei, que estatizó esas obligaciones privadas, no logró revertir la tendencia a la desinversión.

En cuanto a los sectores, el único que mostró un avance fue el de recursos naturales: sus ingresos crecieron un 44 %, hasta representar el 39 % del total de IED. Por el contrario, los servicios —que aún concentraron el 45 % de los flujos— se redujeron un 60 %, y la manufactura, con una participación del 18 %, cayó un 79 %.

Desde el punto de vista geográfico, España lideró las colocaciones en Argentina con el 22 %, seguida de Brasil (21 %), Estados Unidos (14 %), Francia (11 %) y Chile (4 %).

Además, la Cepal destacó que nuestro país captó 34.400 millones de dólares en anuncios de proyectos, quedando en tercer lugar en la región. Sin embargo, gran parte de ese monto —el 87,2 %— correspondía a un megacontrato de casi 30.000 millones de dólares entre Petronas e YPF para la construcción de una planta de licuefacción de gas natural. La iniciativa naufragó tras un boicot oficial que buscó desplazar la obra de Bahía Blanca (Buenos Aires) a otro emplazamiento en Río Negro, con motivaciones políticas contra la gestión de Axel Kicillof. Finalmente, Petronas abandonó la inversión.

Por último, a pesar de la aprobación del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), con exenciones impositivas y beneficios excepcionales, solo se avalaron cuatro proyectos —dos de ellos protagonizados por la petrolera estatal—.

En definitiva, el modelo económico de «entregar el país en bandeja a los capitales» no logró atraer inversiones productivas; más bien, profundizó la salida de recursos y consolidó una estructura que favorece la exportación de materias primas por sobre el desarrollo industrial.

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