Kicillof habló de la reforma laboral en un acto en la CGT
En la sede de la CGT regional La Plata, sobre la calle 36 entre 2 y 3 —que volvió a resonar con el nombre de José Ignacio Rucci— se reunió ayer una multitud de militantes y delegados gremiales para conmemorar al histórico dirigente y, sobre todo, para reafirmar un frente de choque contra el plan económico que impulsa el oficialismo. El acto tuvo la contundencia propia de una movilización que busca además un objetivo político inmediato: derrotar en las urnas al proyecto que consideran de retroceso social el próximo 26 de octubre.
El principal orador fue el gobernador bonaerense Axel Kicillof, flanqueado por los principales dirigentes de la CGT —Héctor Daer, Hugo Moyano (padre e hijo), Sergio Palazzo, Walter Correa, Octavio Argüello y otros— y por autoridades locales como el intendente platense Julio Alak. Kicillof aprovechó el micrófono para marcar la centralidad del movimiento obrero en la política nacional y para denunciar con dureza las recetas que, dijo, vienen siendo “orquestadas desde Estados Unidos”.
“La CGT es la columna vertebral del peronismo y de las conquistas sociales”, sostuvo ante un auditorio colmado. El gobernador reivindicó además el proceso de unidad que llevó a normalizar la regional de la seccional capital y celebró ese logro como condición necesaria para la disputa política que viene: “Lo considero un logro: la unidad del movimiento obrero”, dijo.
Contra el ajuste y el consenso de 1991
En tono combativo, Kicillof fustigó las reformas que, a su juicio, los dirigentes del oficialismo quieren imponer como si fuesen “la teoría que nos va a salvar”. “Qué olor a naftalina, qué olor a viejo —lanzó— querer imponer las reformas que inventaron en el consenso de Washington en el 91 como si fueran la teoría que nos va a salvar. Quieren quedarse con tu sueldo, tu jubilación, quieren devolverles los impuestos a los ricos. Que lo digan en voz alta y vean si el pueblo en las urnas lo banca”.
El gobernador no se limitó a la crítica programática: fue explícito sobre lo que perciben como intentos de manipular la percepción de los resultados electorales. “Ya hay una disputa interpretativa por los resultados de la elección de este domingo. Todavía no se ganó, no se perdió y ya se está discutiendo cómo hay que contar las cosas”, advirtió, en alusión a maniobras que, dijo, pretenden “embarrar la cancha”.
Con el termómetro político alzado, Kicillof desafió: “Vamos a ver si gana La Libertad Avanza o nosotros, el peronismo, el campo popular, Fuerza Patria, nuestro gobierno, la militancia, los laburantes, los estudiantes, las personas con discapacidad, los que defienden la soberanía. A ver quién gana”. Y completó su diagnóstico con una previsión crítica sobre el mapa electoral: “¿En cuántas provincias va a ganar La Libertad Avanza y en cuántas que van solos? Queremos ver cómo queda ese mapa. Vamos a ver cuántas provincias pintan de violeta”.
La aritmética del poder y la resistencia sindical
El tono del acto fue, en todo momento, de unidad y de definición: por un lado la necesidad de frenar el avance de las reformas laborales y, por el otro, la construcción de una propuesta propia que sustituya el plan económico en vigencia. “El Gobierno fracasa e improvisa para sostener el negocio de la timba. Si recurrir al FMI es un fracaso, pedirle rescate al Tesoro de los Estados Unidos es fracasar al cuadrado”, lanzó Kicillof, que además destacó el compromiso de la dirigencia peronista en la campaña: “Decían que en octubre la campaña se iba a pinchar… quiero dejar en claro que, por responsabilidad y conciencia, los intendentes del peronismo, los candidatos, funcionarios, dirigencia y movimiento obrero están militando esta elección como si fuese la última de la historia”.
Los dirigentes sindicales tomaron la posta política con igual claridad. Héctor Daer pidió a las candidaturas “el triunfo y la construcción de las mayorías parlamentarias para frenarla” —en referencia a la reforma laboral— y Sergio Palazzo subrayó que “la tarea del movimiento obrero es ser el frontón de resistencia a las regresiones del derecho laboral”. Para los gremios, la contienda electoral es, además, el mecanismo para garantizar derechos laborales y frenar el avance de cambios que consideran regresivos.
Ecos de Rucci y el gesto hacia la unidad nacional
En la ceremonia, Aníbal Rucci —hijo del sindicalista homenajeado— y el intendente platense recordaron la figura del dirigente y llevaron el tono hacia la construcción política: Aníbal llegó a augurar un futuro presidencial para Kicillof, destacándolo como “el constructor de la unidad nacional”. Hugo Moyano (hijo) se mostró igualmente esperanzado: “Tiene la misma estrategia que Perón en el 46”, dijo, evocando la referencia histórica que busca dotar de sentido al proyecto de unidad que hoy se pregona desde la central.
El auditorio, compuesto por delegados y militantes, escuchó además la presencia y las intervenciones de dirigentes como Octavio Argüello, Cristian Jerónimo, Fabiola Mosquera, Andrés Rodríguez, Maia Volcovinsky, Nino Di Tomasso, Jimena López y Walter Correa, entre otros.
Más que sacar: proponer para reemplazar
Las intervenciones no se limitaron a pedir la salida del gobierno en ejercicio. Hubo en el acto una deliberada insistencia en que sólo no alcanza con “sacar” —entender como derrotar electoralmente— al oficialismo: es necesario, remarcaron, elaborar una alternativa política y económica forjada por la propia clase trabajadora. “La conciencia creciente de que no solo alcanza con sacar al gobierno, sino que propuesta tenemos para reemplazarlo, es parte del debate que se da en todos los rincones de nuestra patria”, dice el documento político leído durante la jornada.
Esa mirada plantea un horizonte de alianzas más amplio: trabajadores, estudiantes, sectores del campesinado, profesionales, científicos y empresarios convocados a construir un proyecto soberano. En una semana decisiva para la definición política del país, el acto platense dejó claro que el movimiento obrero pretende jugar —y conducir— ese capítulo con plena vocación de protagonismo: unidad para no solo resistir, sino para proponer.
Si hay un mensaje que circuló ayer por 36 entre 2 y 3, repetido en cánticos y aplausos, es que la pelea no es sólo por una elección: es por definir quién escribe las reglas del trabajo, la producción y la soberanía en la Argentina que viene. Y la CGT, dijeron, quiere estar en el centro de esa redacción.