Luis Jaume: ‘El conocimiento debe tener impacto en la vida de las personas’
Luis Adriano Nipoti
Las respuestas son útiles mientras sirvan, pero lo que me atraen son las preguntas Luis Jaume es Doctor en Psicología, investigador y docente. Actualmente forma parte del equipo docente de la Licenciatura en Psicopedagogía de la UNSO. A lo largo de su carrera académica ha trabajado temas como el prejuicio, el autoritarismo y la toma de decisiones, y reflexiona sobre el vínculo entre conocimiento, ciudadanía y democracia. En esta entrevista, comparte su recorrido y su mirada sobre la docencia en una universidad pública.
A lo largo de su carrera, ha investigado temas como el prejuicio, el autoritarismo y la toma de decisiones. ¿Qué lo llevó a interesarse por estas dimensiones del comportamiento humano?
Mi interés surgió dentro del campo de la psicología social, observando cómo las personas gestionan la incertidumbre y la ambigüedad. Un concepto clave fue la necesidad de cierre cognitivo, que refiere al deseo de alcanzar conclusiones claras ante situaciones complejas. Este constructo me permitió comprender por qué, frente a amenazas o incertidumbres, muchas personas se aferran a creencias rígidas, tienden a categorizar al otro o buscan líderes autoritarios que ofrecen certezas.
Durante mis años de formación, primero con becas en la UBA y luego en CONICET, me especialicé en psicología de los grupos. Más adelante, la beca MAECI me permitió una estancia doctoral en la Sapienza, Università di Roma, y la Fulbright me llevó a la University of Maryland, donde trabajé con Arie Kruglanski, autor de la teoría de la necesidad de cierre. Estas experiencias consolidaron mi pasión por la investigación y enriquecieron mi práctica docente, como la que llevo adelante en la UNSO.
—Desde su mirada como investigador, ¿qué preguntas cree que la psicología todavía no ha podido responder, pero que son urgentes para el contexto actual?
Siempre hay preguntas. Incluso en los consensos más amplios. Dentro de la psicología de los grupos, sigue siendo clave entender cómo se produce la adhesión subjetiva a discursos y prácticas autoritarias. ¿Por qué ciertos sectores sociales se sienten interpelados por propuestas autoritarias o violentas? También es urgente pensar cómo fomentar el pensamiento crítico en un contexto de polarización y desinformación. No son solo preguntas académicas: son desafíos vitales para la democracia.
—¿Qué desafíos encuentra al enseñar psicología en una universidad pública, en un país atravesado por transformaciones sociales constantes?
La universidad pública, en contextos como el nuestro, es una trinchera y una promesa. Enseñar en este ámbito implica construir una pedagogía sensible a las desigualdades. No partimos todos del mismo lugar, y el acceso al conocimiento está atravesado por condiciones muy diversas.
—Usted ha trabajado sobre cómo las personas enfrentan situaciones de incertidumbre. ¿Cómo podemos enseñar a pensar críticamente en contextos tan cambiantes como el actual?
La incertidumbre también es una experiencia subjetiva. Enseñar a pensar críticamente implica habilitar espacios donde la falta de certezas no sea un problema, sino una oportunidad. Hay que fomentar una cultura académica basada en la duda productiva, en la escucha activa, y en la construcción colectiva del conocimiento. Frente a discursos simplificadores, la psicopedagogía debe invitar a complejizar.
—¿Cómo se puede tender un puente entre la investigación académica y los problemas concretos que vive la sociedad?
Ese puente empieza con la elección de los problemas de investigación. No se trata solo de aplicar teorías, sino de partir de las demandas sociales. En mi experiencia, el trabajo con grupos me ha permitido repensar categorías teóricas. El conocimiento debe ser dialógico: no “bajar” saberes, sino construirlos con otros.
—¿Qué rol cree que tiene el conocimiento psicológico en la construcción de ciudadanía y democracia en Argentina?
La psicología política ofrece herramientas valiosas: la identidad social, el autoritarismo, la dominancia social, la necesidad de cierre. Aporta a la democracia porque trabaja sobre lo subjetivo, los vínculos, los procesos de identificación y alteridad.
—Muchos estudiantes llegan a la universidad pública como primera generación universitaria. ¿Qué implica para usted acompañar esos procesos de formación?
Es una enorme responsabilidad y también un privilegio. No todos llegan con las mismas herramientas simbólicas ni con los mismos códigos. Acompañar es construir una docencia situada, empática, atenta a obstáculos invisibles —económicos, emocionales, culturales— que muchas veces atraviesan las trayectorias. Cuando un estudiante se gradúa siendo primera generación, transforma su vida y la de su comunidad.
—La psicología es una disciplina con múltiples enfoques. ¿Cómo propone usted trabajar esas diferencias dentro del aula y del campo académico?
Las diferencias teóricas no son un problema: son una riqueza. Intento que los y las estudiantes conozcan los enfoques en sus propios términos, comprendan sus supuestos y aprendan a argumentar sin descalificar. La clave no es adherir a una escuela, sino poder pensar críticamente desde una perspectiva situada.
—¿Qué lecciones le deja la práctica docente a nivel humano y profesional? ¿Qué lo sigue sorprendiendo del vínculo con estudiantes?
La docencia me transforma todo el tiempo. Me obliga a revisar certezas, actualizarme y dialogar con nuevas generaciones. Me enseña humildad: nunca se sabe qué impacto puede tener una palabra o un gesto. Lo que me sigue emocionando es cómo los y las estudiantes se apropian del conocimiento, lo resignifican y lo devuelven con una lucidez que interpela.
—Si pudiera compartir una idea o convicción que guíe su trabajo académico, ¿cuál sería?
Me encanta dar clases e investigar. Una convicción que me guía es que el conocimiento tiene sentido cuando sirve para hacerse preguntas, para dudar de lo establecido y generar nuevas explicaciones. Las respuestas son útiles mientras sirvan, pero lo que realmente importa son las preguntas. Y ayudar a que los y las estudiantes se pregunten me parece central en cualquier carrera universitaria.