Investigadores desarrollaron un método que detecta contaminantes
Un equipo científico de la UBA desarrolló un método con nanopartículas magnéticas capáz de detectar y cuantificar los contaminantes emergentes que, aunque no están regulados, representan un riesgo potencial para la salud humana y los ecosistemas.
Una forma de contaminación que suele pasar desapercibida por la falta de regulaciones, es la de los llamados contaminantes emergentes. Estos pueden ser desde drogas de uso común como el ibuprofeno y el naproxeno, anticonceptivos, pesticidas, o incluso productos de limpieza y cuidado personal, que terminan llegando a los ríos.
Como no están regulados, no suele haber acciones directas para comprender el papel que juegan en las aguas, para el medio ambiente y para la salud humana.
Suelen estar en tan bajas concentraciones, que es difícil estudiarlos, y poder cuantificar así si son o no una amenaza para la salud humana y del medio ambiente. También sucede que son difíciles de estudiar y medir porque se encuentran en muy bajas concentraciones dentro del agua. Pero, como pueden llegar a generar problemas hormonales o tener efectos tóxicos, son una amenaza que debería comprenderse mejor.
Un equipo de investigación de la Universidad de Buenos Aires está trabajando en eso mismo. Diseñaron un método innovador que se vale de nanopartículas magnéticas para detectar y cuantificar contaminantes emergentes. Esto abriría nuevas vías para entender su impacto y poder desarrollar soluciones.
“Lo que pasa con los contaminantes emergentes es que no están legislados. Desde fármacos, a productos de uso diario y también contaminantes que vienen de la industria veterinaria. Todos llegan a las aguas”, contó Luana Ayala, que se acaba de recibir de la carrera de bioquímica, y está llevando adelante esta investigación con una Beca Estímulo de la UBA.
“Pero, resulta difícil estudiarlos, porque se encuentran en muy baja concentración en el agua. Para poder conseguir una muestra ambiental se deberían analizar miles y miles de litros, y así y todo como es tan poco lo que hay, sería difícil realmente encontrarlos. Así es que lo que hacemos es pre-tratar la muestra, es decir pre-concentrar estos contaminantes emergentes, y es en eso en lo que nos ayudan las nanopartículas magnéticas”, explicó la becaria.
Ayala realizó una exposición sobre la investigación en la Jornada para Jóvenes Investigadores, que realizó la universidad para quienes reciben becas de inicio de carrera de investigación científica y tecnológica.

Nanopartículas magnéticas.
Trabajando con lo extremadamente diminuto
El equipo de investigación de la cátedra de Química Analítica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, viene trabajando con nanopartículas desde hace muchos años. Se trata de porciones de material extremadamente pequeñas, menores a 100 nanómetros, de allí su nombre. Esto equivale a la milmillonésima parte de un metro, es decir, son partículas con unos pocos átomos.
“Las nanopartículas magnéticas que usamos las sintetizamos para que tengan unas características hidrofóbicas, es decir, que no se disuelven en el agua. Lo que las hace ideales para que se fusionen con los contaminantes emergentes, ya que también son hidrofóbicos. Esto facilita que en muestras grandes de agua los contaminantes se peguen a las nanopartículas que nosotros usamos. Y como son magnéticas nosotros luego con un imán podemos separarlas de los contaminantes, y así tener el concentrado para analizar”, explicó Ayala.
“Ya hemos probado este sistema de nanopartículas emergentes con la contaminación de la miel. Algo que no debería suceder, pero pasa. Contaminantes emergentes, como antibióticos, pueden llegar a la miel por malas prácticas o contaminación cruzada del medioambiente”, detalló Mario Contin, docente e investigador UBA/CONICET y director de la investigación de Ayala.
Actualmente están trabajando no sólo en poder generar una forma eficiente de obtener muestras para analizar, sino también poder cuantificar. Es decir, poder tener una noción de la cantidad de contaminantes emergentes, como antiinflamatorios, antibióticos o anticonceptivos que hay en el río. Todo esto ayudaría a saber si es o no un peligro para el ser humano y para el medioambiente.
“Por ejemplo, hay ríos en los que la concentración es tan grande que causa disrupciones endógenas en los peces”, contó Ayala. “Es decir, les genera un descalabro hormonal que lleva a que los peces sean hermafroditas. La salud del ecosistema puede verse afectada, y eso también se refleja en la salud de la población, porque es la fauna que terminamos comiendo”.
“Aunque uno no lo crea todo está relacionado”, agregó. “Si bien las concentraciones de algunos contaminantes pueden ser muy pequeñas, tienen un efecto que puede llevar a problemas de salud”.