La CNRT alerta por el vaciamiento del organismo
La Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) atraviesa días decisivos. Tras la derrota del decreto presidencial que buscaba reorganizarla y avanzar en su disolución, la secretaria general adjunta del organismo, Mariana Insaurralde, celebró el revés del Ejecutivo, aunque advirtió que la amenaza de ajuste “sigue en pie”. El debate abierto expone una tensión de fondo: el contraste entre las políticas de recorte y la necesidad de garantizar la seguridad vial y ferroviaria.
El rol estratégico de la CNRT
En una entrevista radial, Insaurralde recordó la función vital que cumple la CNRT en todo el país: “Nosotros controlamos que colectivos, trenes y camiones circulen en condiciones seguras. Fiscalizamos vehículos, choferes, talleres y hasta impedimos que unidades fuera de norma salgan a la ruta. La CNRT salva vidas”.
Con 47 delegaciones distribuidas en distintas provincias, el organismo supervisa el transporte automotor de corta, media y larga distancia, además del servicio ferroviario de pasajeros y cargas. También regula viajes estudiantiles y turísticos. “Si un micro con jubilados o con chicos no está en regla, directamente no puede salir”, aclaró la dirigente sindical, subrayando la importancia cotidiana de tareas que muchas veces pasan inadvertidas.
Pero la labor de la CNRT excede los controles rutinarios. Insaurralde recordó un aspecto poco difundido: la colaboración del organismo en la búsqueda de personas desaparecidas y en investigaciones por trata. “Gracias a nuestra base de datos, trabajamos junto a la Justicia y a las fuerzas de seguridad. Hace pocos días se pudo rescatar a una chica en Tucumán que era víctima de trata, y eso fue posible por la intervención de la CNRT”, detalló.
La sombra de los decretos y la amenaza de ajuste
El rechazo legislativo al DNU 461/25, que habilitaba la disolución de Vialidad Nacional, arrastró también otras iniciativas que buscaban recortar funciones esenciales de la CNRT. “Entendemos que al caerse ese decreto también pierden vigencia los que pretendían avanzar sobre nuestro organismo. Pero seguimos en estado de alerta, porque sabemos que el ajuste es la brújula del gobierno”, señaló Insaurralde.
El temor no es infundado. La CNRT funciona con un plantel reducido y altamente especializado. “No es un organismo sobredimensionado, como suelen decir. Contamos con técnicos de carrera, con una antigüedad promedio de 20 años y una capacitación específica en transporte. Si se desmantela esa estructura, lo que se pone en riesgo es la seguridad de millones de argentinos que viajan en colectivos, camiones y trenes todos los días”, advirtió la dirigente.
Un límite desde el Congreso
La caída del decreto fue interpretada como una señal política. Para Insaurralde, “el rechazo parlamentario demostró que hay un freno a la idea de arrasar con organismos fundamentales para la vida cotidiana. La CNRT no es un gasto: es prevención y vida. Y por eso la vamos a defender en cada frente donde sea necesario”.
La decisión del Congreso marcó un límite al avance del Ejecutivo, pero la disputa no está cerrada. La presión por el ajuste fiscal, las tensiones con los gremios estatales y la tentación de recortar estructuras técnicas para liberar partidas convierten a la CNRT en un blanco recurrente.
Seguridad o recorte: el dilema de fondo
El caso de la CNRT refleja con nitidez un dilema que atraviesa buena parte de las políticas públicas: ¿hasta qué punto la obsesión por el achique puede convivir con la obligación del Estado de garantizar seguridad y derechos básicos? La supervisión del transporte automotor y ferroviario no es un lujo ni una burocracia prescindible; de hecho, de esa tarea depende la vida de pasajeros, trabajadores y peatones.
La dirigente fue clara al describir la magnitud del riesgo: “Cada unidad que detenemos porque no cumple con las normas puede evitar un accidente fatal. Cada chofer al que se le hace un control de alcoholemia es una tragedia menos en la ruta. Si la CNRT se vacía, esas tareas dejarían de hacerse con la misma rigurosidad. Y eso tiene un costo humano enorme”.
Un frente de lucha para los trabajadores
La defensa de la CNRT se convirtió en una bandera para sus trabajadores y para distintos gremios vinculados al transporte. El organismo es visto no solo como un espacio laboral, sino como un bastión de políticas públicas con impacto directo en la vida diaria. “No hablamos de un escritorio más o de un trámite burocrático. Hablamos de la seguridad de nuestros hijos cuando viajan en un micro escolar o de los usuarios de los trenes que usamos todos los días”, remarcan desde la conducción gremial.
Las próximas semanas serán decisivas. Mientras el Ejecutivo tantea nuevas vías para insistir con su política de “reorganización”, el Congreso y los trabajadores organizados marcan límites. Lo que está en juego no es un organismo aislado, sino un modelo de Estado: uno que controle y cuide, o uno que recorte a costa de la seguridad ciudadana.