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21 de septiembre: Día Internacional del Alzheimer

Existen muchas medidas de prevención frente a las demencias, y hoy se sabe que 1 de cada 3 casos en el mundo podría evitarse. Uno de los enfoques más reconocidos es el método FINGER, desarrollado en Finlandia, que propone una estrategia integral para cuidar el cerebro y la salud en general. Este método combina una alimentación de estilo mediterráneo adaptada a cada persona, la práctica regular de actividad física, el control de la salud cardiovascular y la realización de ejercicios cognitivos junto con actividades sociales. En cuanto a la actividad física, se recomienda un mínimo de 150 minutos por semana, incluyendo ejercicios de fuerza, equilibrio y resistencia. Estas medidas, sostenidas en el tiempo, no solo reducen el riesgo de desarrollar demencia, sino que también mejoran la calidad de vida. En este mismo sentido, en el último congreso internacional de Alzheimer llevado a cabo en Toronto, se presentaron los resultados del estudio US POINTER realizado en EEUU amplió y convalidó el reporte Finger.

Actualmente existen tratamientos tanto farmacológicos como no farmacológicos para la enfermedad de Alzheimer. Entre los no farmacológicos, el pilar fundamental es la contención del paciente por parte de sus cuidadores. Esto implica priorizar vínculos afectuosos, atender a las emociones, evitar la confrontación y, sobre todo, reconocer la historia de vida y el entorno de cada persona, respetando su identidad y singularidad. En cuanto a los tratamientos farmacológicos, se utilizan principalmente combinaciones de inhibidores de la colinesterasa y moduladores del glutamato, como donepecilo, rivastigmina, galantamina y memantina. Más recientemente, se han incorporado anticuerpos monoclonales que, junto con un adyuvante que estimula al sistema inmune, actúan de distintas maneras: ya sea inhibiendo las enzimas que producen el péptido beta-amiloide —responsable de formar las placas características de la enfermedad— o bien favoreciendo la desintegración de esas fibras una vez que las placas ya se formaron.

Señales para tener en cuenta

Uno de los primeros signos del Alzheimer es la afectación de la memoria episódica, es decir, la capacidad de recordar hechos recientes. Por ejemplo, la persona puede no recordar qué desayunó ese mismo día, incluso aunque se le dé una pista. Además, pierde la posibilidad de incorporar nuevos recuerdos. En la práctica, esto se traduce en que el paciente olvida y, luego, no logra recuperar lo olvidado, lo que genera cierta repetitividad en sus conversaciones o acciones. A medida que la enfermedad avanza, pueden aparecer episodios de desorientación, y en etapas más severas el paciente llega a perder el reconocimiento de su entorno. 

¿Qué debería hacer el entorno de la persona afectada?

El Alzheimer no sólo impacta en la vida de quien lo padece, sino que también transforma profundamente la dinámica de toda la familia. Por eso, la primera recomendación es asegurar una adecuada asistencia al paciente, lo que incluye preparar a los familiares mediante psicoeducación para que puedan acompañar de manera informada y contenida los cambios que se producen con la enfermedad. Al mismo tiempo, es fundamental promover el autocuidado de quienes asumen el rol de cuidadores, ya que la sobrecarga crónica puede afectar seriamente su salud física y emocional. La psicoeducación cumple aquí un papel clave, no solo para brindar herramientas prácticas y legales que garanticen el acceso pleno al tratamiento, sino también para favorecer espacios de apoyo terapéutico, tanto individual como grupal, que resultan esenciales para el bienestar de todo el entorno familiar.

Aportes de la Facultad de Ciencias Médicas

Desde la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata venimos desarrollando, junto a médicos neurólogos, una línea de investigación destinada a comprender mejor la enfermedad de Alzheimer y a buscar marcadores que permitan un diagnóstico más temprano. En estos años pudimos demostrar que las personas con Alzheimer presentan niveles más altos de cobre en su forma libre en comparación con personas sanas, y que también muestran indicadores aumentados de estrés oxidativo. En estudios de laboratorio, observamos además que el exceso de cobre favorece la producción de colesterol, un hallazgo importante porque niveles elevados de colesterol se asocian con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Estos resultados no solo ayudan a entender cómo progresa el Alzheimer, sino que también ofrecen pistas valiosas para futuras estrategias de prevención y tratamiento.

*Nathalie Arnal: Lic en Biología. Es Doctora en Ciencias de la Salud y realizó un Posdoctorado (Facultad de Ciencias Médicas –INIBIOLP). Es investigadora adjunta del CONICET. Dirije el Laboratorio de Neurobiologia de Lipidos y Metales en la Enfermedad de Alzheimer (UNLP- CONICET). Es docente en la cátedra de Genética de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo.

*Diana Olga Cristalli: Es Doctora en Medicina. Especialista Consultora en Neurología. Presidenta de A.L.M.A. La Plata. Se desempeña como Secretaria del Grupo de Trabajo de Neurología del Comportamiento y Neurociencias Cognitivas de la Sociedad Neurológica Argentina. Es Directora Médica de las Casas de Día JESI para la Estimulación Neurocognitiva. Miembro de la ISTAART Community y ex Presidenta de la Sociedad de neurología de La Plata (S.N.L.P.).

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