Kicillof en Nueva York: presencia política y acuerdos
Axel Kicillof llevó a Nueva York —en paralelo a las actividades oficiales vinculadas a la Asamblea General de la ONU— una contrapropuesta política y diplomática que buscó marcar distancia con el rumbo económico y los alineamientos internacionales del presidente Javier Milei. El gobernador bonaerense participó del foro “Democracia Siempre” —organizado por el Congreso Panamericano junto al Foro Iniciativa Mujica y el Remarque Institute— donde compartió paneles y encuentros con dirigentes y mandatarios de la región y aprovechó la agenda para cerrar acuerdos de cooperación y dar señales sobre la estrategia opositora en clave provincial y nacional.
En su exposición, Kicillof puso en primer plano la defensa de la democracia como tejido social amenazado por lo que describió como “creciente extremismo” y la pérdida de confianza en lo público. Más allá del gesto diplomático, sus palabras tuvieron un destinatario doméstico: la gestión de Milei. En público y en privado el gobernador no evitó señalar la responsabilidad del gobierno nacional en la crisis actual y, sin eufemismos, habló de los efectos negativos del programa económico liberal implementado desde la Casa Rosada. La cobertura local consignó declaraciones en las que Kicillof definió al actual Gobierno como un caso que “produce daño” y dejó entrever su distancia con los alineamientos internacionales que el oficialismo ha impulsado.
Esa crítica pública en territorio internacional no es sólo retórica: forma parte de la construcción de un relato opositor que busca mostrar alternativas de gestión provincial capaces de tejer vínculos globales sin plegarse a “la agenda” que, según Kicillof, prioriza desregulación y aperturas a favor del capital financiero.
Durante la visita, la Provincia formalizó —mediante un decreto publicado en el Boletín Oficial bonaerense— un Acuerdo de Hermanamiento y Cooperación con la Ciudad de México. El convenio, firmado por Kicillof y su ministro de Gobierno, Carlos Bianco, plantea líneas de trabajo conjuntas en áreas culturales, educativas, de género, ciencia y tecnología, ambiente, desarrollo urbano, salud, turismo, industria y empleo, entre otras. El objetivo declarado es ampliar la cooperación internacional de la Provincia y diversificar sus alianzas en un momento en que la gestión nacional ha modificado orientaciones diplomáticas.
Para el Ejecutivo bonaerense, el hermanamiento con la capital mexicana funciona como un ejemplo práctico de “otra” política exterior: menos subordinada a condicionantes financieros y con foco en proyectos de cooperación técnica y cultural que puedan tener impacto en gestión pública y desarrollo local.
En la agenda económica, el gobernador también anunció el cierre de procesos judiciales que afectaban a la Provincia en tribunales de Nueva York: la administración bonaerense acordó con tenedores de bonos que no habían ingresado al canje de 2021, poniendo fin a demandas pendientes y evitando futuros riesgos judiciales en el exterior. Las crónicas especializadas detallan que la operatoria incluyó entrega de instrumentos financieros y pagos acordados que buscan reproducir condiciones similares a las que hubieran tenido esos bonistas en el canje, y que la medida implicó erogaciones y entregas de títulos por montos concretos acordados con los acreedores. El esquema, según fuentes oficiales y analistas, persigue normalizar la situación financiera provincial y recuperar previsibilidad para nuevas colocaciones o inversiones.
Para el Gobierno bonaerense, cerrar esos frentes jurídicos representa no sólo un alivio contable, sino también una señal hacia los mercados: mostrar que la Provincia puede gestionar sus pasivos y reducir litigios que agravaban su perfil de riesgo internacional.
En varios tramos de su visita Kicillof pronunció también definiciones políticas sobre el cuadro institucional argentino. En sus redes y declaraciones públicas vinculadas al viaje, el mandatario bonaerense reclamó que cese lo que definió como una “situación injusta” respecto de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y vinculó la detención y los procesos judiciales contra ella con una tensión sobre la división de poderes y las garantías democráticas. Mensajes y posteos del gobernador subrayaron que, desde su punto de vista, la permanencia de la ex mandataria privada de libertad debilita el sistema democrático argentino.
Esa defensa pública —y su tono— alimenta la lectura de que Kicillof busca recuperar espacio dentro del peronismo y erigirse como portavoz de una franja del movimiento que reclama la defensa de garantías institucionales y el fin de lo que perciben como persecución política.
La gira de Kicillof en la gran manzana combina varias lecturas políticas: por un lado, la búsqueda de legitimidad internacional —participó de una cumbre que reunió voces regionales progresistas y figuras del ámbito académico y político—; por otro, un despliegue táctico para consolidar su liderazgo provincial y nacional en la etapa pos-electoral. Al abrir vías de cooperación con un actor como la Ciudad de México y al cerrar conflictos con bonistas, la Provincia exhibe gestión y capacidad de diálogo en escenarios donde el Ejecutivo nacional actúa de modo diferente.
Analistas consultados por los medios señalan que el movimiento tiene dos objetivos concretos: mostrar que la Provincia puede insertarse en redes internacionales productivas y culturales sin depender exclusivamente de la pauta nacional; y proyectar una figura de gobernabilidad y gestión frente a un Gobierno central que, según dichos públicos y análisis económicos, prioriza medidas de ajuste y fuertes giros en la política económica.
La postura de Kicillof tampoco está exenta de tensiones. La fractura entre distintos sectores del peronismo —y la distancia con Cristina Kirchner, que en los últimos meses explotó en roces públicos y estrategias electorales divergentes— obliga al gobernador a jugar con cuidado: fortalecer el lazo con intendentes y estructuras provinciales, y a la vez preservar una base electoral que, en parte, sigue identificada con la expresidenta. Mientras tanto, la defensa pública de Cristina y la apelación a la cuestión democrática le permite a Kicillof presentarse como actor central en la disputa nacional por la recuperación del espacio popular.
La presencia de Axel Kicillof en Nueva York fue más que un acto protocolar: fue una operación política que combinó discursos internacionales, acuerdos institucionales y gestos con impacto doméstico. Entre el llamado a defender la democracia, el hermanamiento con la Ciudad de México y el cierre de litigios con bonistas externos, la Provincia trató de mostrarse como un actor capaz de sostener políticas públicas y de dialogar con socios externos sin resignar una crítica frontal al modelo económico del gobierno nacional.
El efecto real de ese desplazamiento —tanto en términos financieros como políticos— dependerá ahora de la implementación práctica de los acuerdos firmados, de la capacidad bonaerense de traducirlos en proyectos concretos para municipios y pymes, y de cómo esos gestos resuenen en una arena política que se acelera hacia las próximas instancias electorales.