La CGT se despertó y dijo que dará batalla por la reforma laboral
La Confederación General del Trabajo (CGT) cerró filas en la sede de la UOCRA durante más de tres horas y media para definir la hoja de ruta ante la reforma laboral que impulsa el Gobierno nacional. El cónclave —la mesa chica ampliada, con alrededor de 64 sindicatos— exhibió una mezcla de prudencia negociadora y advertencias contundentes: la central apelará a la negociación en el ámbito institucional, pero no descartó medidas de fuerza ni la vía judicial si la reforma se impone de manera unilateral.
La reunión tuvo carácter estratégico: además de analizar punto por punto las versiones periodísticas sobre recortes en indemnizaciones, modificaciones de la jornada y la ultraactividad de convenios, los dirigentes acordaron mantener la negociación en el llamado Consejo de Mayo y avanzar en contactos con gobernadores y bloques parlamentarios para sumar apoyos a una alternativa sindical de “modernización laboral” consensuada. En paralelo, dejaron abierta la posibilidad de impugnar los decretos y de activar protestas si el Gobierno intenta avanzar por DNU o con cambios que, a su juicio, “perjudiquen a los trabajadores”.
La mesa estuvo encabezada por Gerardo Martínez —anfitrión y representante de la CGT en el Consejo de Mayo— y contó con la presencia de referentes como Héctor Daer (Sanidad), Hugo Moyano (Camioneros), Armando Cavalieri (Comercio), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Sergio Romero (UDA), Víctor Santa María (encargados de edificios), Maia Volcovinsky (judiciales) y Guillermo Moser (Luz y Fuerza), entre otros; también participó como invitado Alejandro Gramajo (UTEP). Esa nómina confirma la apuesta cegetista a la unidad formal de cara al congreso del 5 de noviembre, donde se elegirá la nueva conducción hasta 2029.
Las ausencias, sin embargo, resultaron elocuentes. El sector alineado con Luis Barrionuevo (Gastronómicos) —con figuras como Carlos Acuña— decidió no concurrir, gesto interpretado como un rechazo a la eventual incorporación de Cristian Jerónimo al triunvirato cegetista. Tampoco asistieron Mario Calegari (UTA) ni Omar Maturano (La Fraternidad), una señal más de las tensiones internas que atraviesan a la central. Al mismo tiempo, sorprendió la vuelta a la mesa de dirigentes del sindicalismo kirchnerista que no siempre participan de estos encuentros, como Abel Furlán (UOM) y Mario Manrique (SMATA).
En el intercambio se puso en evidencia otra lectura clave: buena parte de las versiones mediáticas sobre la reforma reflejarían, según la CGT, una disputa interna del propio Gobierno entre sectores más duros y corrientes moderadas. Martínez fue tajante en la sala al aclarar que “nunca se plantearon propuestas como la reducción de las indemnizaciones ni cambios en vacaciones o jornada laboral”, un señalamiento pensado tanto para contener la alarma social como para subrayar que la CGT apuesta a mantener el canal de diálogo hasta que exista un texto concreto.
La estrategia cegetista que terminó de perfilarse es, en los términos internos, un plan mixto: agotar la vía institucional en el Consejo de Mayo y, al mismo tiempo, preparar el repertorio de presión —movilizaciones, paros y, si hiciera falta, acciones judiciales— para frenar cualquier intento de avanzar con fórmulas que impliquen retrocesos en derechos laborales. “Si quieren reeditar el DNU 70, el repudio de la CGT será absoluto y daremos batalla también en la Justicia”, sintetizó un jefe gremial ante sus pares. La alusión no es casual: los dirigentes recordaron precedentes en los que la central logró frenar medidas decretadas por el Poder Ejecutivo.
El reloj marca, además, el inminente congreso del 5 de noviembre en el estadio de Obras Sanitarias, donde se aprobará el padrón de 1.200 congresales y se definirá la nueva conducción, que mantendría la fórmula del triunvirato. Por ahora asoman como candidatos Cristian Jerónimo y Jorge Sola; el tercer puesto, en disputa, podría quedar para Octavio Argüello (Camioneros) o Maia Volcovinsky (judiciales). Entre los ejes de negociación figura también la eventual participación o exclusión del sector Barrionuevo en la estructura de poder sindical.
Más allá de las definiciones tácticas, la reunión exhibió un balance político extenso y autoexigente tras el triunfo de Javier Milei en las urnas y la derrota del peronismo en los comicios del domingo pasado. Hubo autocrítica y lectura prospectiva: los gremios buscarán reconstruir mayorías sociales y alianzas institucionales sin renunciar a la defensa de conquistas laborales. En esa línea, la vocación de diálogo volvió a quedar en evidencia en contactos previos —por caso entre la ministra Sandra Pettovello y Sergio Romero (UDA) para tratar temas como educación y seguridad social—, al tiempo que las mesas de la CGT se preparan para una etapa de tensión creciente con la Casa Rosada.
La encrucijada cegetista es entonces clara: negociar para contener los peores efectos de una reforma que el Gobierno promete como “modernizadora”, y al mismo tiempo dejar intacta la capacidad de resistencia. Ese doble movimiento —diálogo público e intensidad de la protesta— será la prueba de fuego para una central que, con la renovación de su conducción a la vuelta de la esquina, busca mostrarse cohesionada y con músculo para defender lo que considera irrenunciable.

