Argentina: el salario mínimo más bajo de la región
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) elaboró un informe en el que se muestra a la Argentina como el país con el salario mínimo vital y móvil en dólares más bajo de latinoamérica. La caída del ingreso de los trabajadores es cada vez mayor.
La Argentina del presidente Javier Milei ha conseguido un triste y revelador récord: poseer el salario mínimo más bajo de toda América Latina. Con un valor de apenas 225 dólares, el país se ubica por debajo de naciones como Bolivia (395 dólares) y Paraguay (411 dólares), y a una distancia abismal de los líderes regionales: Costa Rica (729 dólares), Uruguay (593 dólares) y Chile (567 dólares).
Esta posición de cola en la escala salarial regional representa la contracara de «una década perdida». En 2015, Argentina ostentaba el salario mínimo más alto de la región, con 440 dólares. Diez años después, la caída no es solo un número en una estadística; es el reflejo de un proyecto político deliberado que ha pulverizado la capacidad de compra de las y los trabajadores, sumiéndolos en una precariedad inédita.
El desplome interno
La radiografía de esta debacle no se limita a la comparación regional. Un estudio contundente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) detalla el vertiginoso deterioro interno. El Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) acumula una pérdida de poder adquisitivo del 34% entre noviembre de 2023 y septiembre de 2025.
El desplome, orquestado desde el inicio de la gestión de Milei con las megadevaluaciones de diciembre de 2023 (-15%) y enero de 2024 (-17%), tuvo un efecto tan devastador que el salario mínimo real “alcanzó en septiembre de 2025 un nivel inferior al de 2001, previo al colapso de la convertibilidad”. La sentencia de los economistas de la UBA es un baldazo de agua fría: el gobierno de La Libertad Avanza ha logrado llevar a los trabajadores a un punto peor que la antesala de una de las crisis sociales más profundas de la historia argentina.
La sociedad bipolar
El informe de CELAG no se detiene en el salario mínimo y revela el cuadro general de una sociedad fracturada por la desigualdad. Los datos son alarmantes: dos tercios de la población tiene ingresos por debajo de la media y el 77% de los hogares sobrevive con un ingreso per cápita inferior a los 800.000 pesos (542 dólares).
Esta realidad no es un efecto colateral no deseado, sino el resultado central de un plan económico que funciona como una máquina de transferir riqueza. Mientras el gobierno garantiza beneficios, desregulaciones y apertura de importaciones para los grandes grupos monopolísticos y las multinacionales –como se evidencia en los sectores energético, financiero y agroexportador–, el ajuste recae con toda su crudeza sobre los sectores populares, la clase media y el mercado interno.
La ecuación es clara: en el plan de los monopolios y su brazo político no hay lugar para los trabajadores. El salario de hambre, la desocupación creciente y la pérdida de derechos no son «dolores del camino» sino el destino final de este modelo.
Frente a este panorama desolador, la única salida posible es la que nace de la organización popular. Esta situación empuja de manera inexorable a que sea la mayoría trabajadora, la «mayoría de la humildad» como señala el informe, la que tome en sus manos la resolución de sus problemas. La construcción de un mundo donde se pueda vivir con dignidad ya no es una aspiración lejana, sino una necesidad de supervivencia. Y en ese mundo nuevo que es urgente edificar, no puede haber lugar para los monopolios y su plan de muerte. El futuro, si ha de existir, deberá ser construido desde y para las mayorías.

