La política se cuela hasta en las vasectomías
Una campaña de salud sexual en la provincia de Buenos Aires, que incluye vasectomías gratuitas, desató una nueva embestida del oficialismo nacional, mezclando desinformación y discursos moralizantes para instalar un conflicto artificial. La ignorancia llegó a su punto máximo cuando una diputada confundió el procedimiento con una castración.
En un nuevo capítulo de la grieta artificial, el Gobierno Nacional demostró una vez más que no hay tema tan sensato o basado en evidencia científica que no pueda ser tergiversado y utilizado como ariete contra la gestión de Axel Kicillof. Esta vez, el blanco fue la campaña de vasectomías gratuitas en universidades públicas bonaerenses, una política sanitaria que busca ampliar derechos y promover la corresponsabilidad anticonceptiva.
La primera andanada provino de la secretaría de Políticas Universitarias de la Nación. Alejandro Álvarez, su titular, en lugar de celebrar el acceso a la salud, acusó a la Provincia de “militar la extinción de la humanidad”. La frase, más propia de un panfleto apocalíptico que de un funcionario público, trasladó el debate del terreno de la salud al de la superstición y el dogma, ignorando por completo que la vasectomía es un procedimiento legal, seguro y reversible en muchos casos.
La ofensiva no se detuvo allí. Desde La Libertad Avanza, el diputado Santiago Santurio profundizó el ridículo argumental con una columna que podría catalogarse como de ciencia ficción reaccionaria. Habló de un “proyecto antinatalista” y de “control poblacional” basado en tradiciones “neomalthusianas”, equiparando una política de salud pública con una distopía. Su conclusión, destinada más al impacto que a la razón, fue tan simple como falaz: “Un país sin familias es un país destinado a desaparecer”. La narrativa, cuidadosamente construida, busca esconder el verdadero objetivo: desprestigiar cualquier política progresista que emancipe a las personas de mandatos biologicistas.
Si el nivel del debate ya era bajo, la diputada libertaria Lilia Lemoine lo llevó a niveles de ignorancia preocupantes. En declaraciones que revelan una profunda falta de preparación para el cargo que ocupa, afirmó que se estaban “castrando machos”, equiparando un método anticonceptivo voluntario y ambulatorio con la mutilación genital.
Ante este dislate, la respuesta del ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, fue pedagógica y necesaria. Aclaró que la vasectomía es un procedimiento que no implica la extirpación de testículos, no afecta las hormonas masculinas y es completamente reversible. La aclaración, sin embargo, debería ser innecesaria para una legisladora que debería informarse antes de opinar sobre el cuerpo y los derechos de las personas.
La realidad vs. el relato
Mientras el oficialismo nacional construye enemigos imaginarios, la Provincia continúa trabajando. La demanda de vasectomías sin bisturí en el sistema público bonaerense creció un 1500% en los últimos dos años, una cifra abrumadora que demuestra la necesidad social de esta política. Jonathan Konfino, subsecretario de Políticas de Cuidado, explicó que el objetivo es incorporar a los varones a la corresponsabilidad anticonceptiva en un país donde esa carga recae casi exclusivamente sobre las mujeres.
El verdadero debate de fondo, que el Gobierno Nacional se niega a dar, no es sobre natalidad, sino sobre el modelo de sociedad que queremos: uno donde el Estado garantice derechos, promueva la autonomía corporal y la equidad de género, o uno donde los dogmas y la desinformación determinen las políticas públicas. Mientras tanto, una vez más, cualquier avance en materia de derechos es utilizado como campo de batalla para una guerra cultural que solo busca ocultar la falta de proyectos serios para la mayoría de la población.

