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Mondelez paraliza su planta de General Pacheco

La multinacional alimenticia Mondelez anunció la paralización de la producción en su planta de General Pacheco por hasta tres semanas, una medida que impacta a 2.300 trabajadores y se inscribe en el contexto de una caída sostenida de la demanda que atribuyen al brutal ajuste económico del gobierno de Javier Milei. La firma justificó el parate por un sobrestock producto del desplome de ventas; delegados calculan una baja de alrededor de 13.000 toneladas respecto al año pasado.

La mayor parte de los operarios quedará cesante por 14 días, aunque algunos sectores de la planta permanecerán inactivos por un tiempo mayor. En la línea de producción de General Pacheco se fabrican marcas de alto reconocimiento como Oreo, Pepitos, Lincoln, Milka, Shot, Beldent, Halls, Sugus y Tang, entre otras.

Desde el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) se mostraron sorprendidos por la determinación de la empresa. “No había ocurrido nunca esto. Es parte del industricidio al que nos está llevando este Gobierno con caída de la demanda e ingreso de las importaciones”, dijo Sergio Escalante a medios como InfoGremiales, sumando la crítica a lo que el gremio describe como una política económica que golpea la producción doméstica.

Para los delegados, la explicación empresarial —sobrestock por caída del consumo— no hace más que confirmar la realidad que viven los trabajadores: pérdida de poder adquisitivo, precarización y una contracción de la demanda que tiende a profundizar la crisis social. En ese marco, la duda sobre la efectiva reapertura y normalización de la actividad recorre a los operarios, que temen que la inactividad se prolongue si no se revierten las condiciones macroeconómicas.

La empresa, por su parte, planteó el fenómeno como un ajuste operativo necesario ante la acumulación de inventarios y el derrumbe de ventas. Los números que manejan los delegados —13.000 toneladas menos respecto a 2024— sirven para visualizar que no se trata de una parada técnica o por reestructuración de maquinarias, sino de una caída en la demanda efectiva de los productos que se elaboran en la planta.

El episodio no es aislado y se enmarca en una dinámica más amplia de contracción industrial. Ayer, la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa) informó que la producción automotriz se desplomó un 29,3% en noviembre en comparación con el mismo mes del año pasado, con 13.055 unidades producidas frente a 26.540 en noviembre de 2024. La serie acumuló varios meses en rojo: julio (-16,5%), agosto (-13,8%), septiembre (-5%), octubre (-9,9%) y noviembre (-29,3%), lo que demuestra que la industria enfrenta una recesión sostenida. Mientras las exportaciones de utilitarios treparon 62,8% interanual, la venta al exterior de automóviles cayó 57,7% interanual y 25,5% respecto a octubre de 2025.

En este contexto, Escalante subrayó la contradicción entre las medidas que impulsa el Ejecutivo —como la reforma laboral que propone el oficialismo— y las necesidades del sector productivo: “La mejor Reforma Laboral que se puede hacer en la Argentina es crear trabajo”, afirmó, y alertó que la iniciativa, lejos de beneficiar a la industria, agravará la situación al facilitar la extracción de riqueza concentrada sin atender el empleo y las condiciones de vida de la población. “Aunque al gobierno nacional no le guste, vamos a seguir sosteniendo a la Provincia de Buenos Aires de pie para lograr que el peronismo vuelva a gobernar en la República Argentina”, añadió como señal política de resistencia sindical.

Los analistas y dirigentes sindicales advierten que el parate de Mondelez y la caída en la automotriz no son episodios desvinculados: son síntomas de una retracción del mercado interno que se alimenta de la pérdida de salario real, la apertura a importaciones y políticas que, según estos sectores, priorizan la defensa de intereses concentrados por sobre la producción nacional. Para el STIA y otros actores del campo popular, la respuesta política debería incluir medidas para sostener el empleo y la demanda: incentivos a la producción, protección frente a importaciones que compiten de manera desleal, y políticas que detengan la caída del salario.

En la planta de General Pacheco, los trabajadores afrontan la incertidumbre cotidiana: la falta de ingreso por 14 días para la mayoría, la posibilidad de que algunas líneas no vuelvan en las próximas semanas, y la sensación generalizada de que la crisis económica se está traduciendo, día a día, en pérdida de empleo y empobrecimiento. Para las organizaciones gremiales, la salida pasa por políticas activas de fomento industrial y por una disputa política que coloque la creación de empleo y la defensa del trabajo en el centro del debate público.

Mientras la multinacional administra su stock y el Gobierno mantiene su rumbo económico, las familias de Pacheco esperan señales concretas que garanticen la vuelta al trabajo. La parada en Mondelez expone, una vez más, la fragilidad de un modelo que, según sindicalistas y sectores críticos, está vaciando la capacidad productiva del país y profundizando la crisis social.

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