Abuelas

«Seguimos adelante»

«Las Abuelas somos todo este gran equipo de gente. A veces, hay desazón, pero seguimos adelante. Y a veces hubo y hay miedo, pero nos importa un bledo», expresó Estela, conmovida, desde el escenario del Complejo C Art Media, en el barrio porteño de Chacarita, donde la Asociación celebró sus 48 años de lucha y entregó, por primera vez, los premios “Abridores y abridoras de caminos”.

Al recuerdo de las compañeras y amigos fallecidos, siguió el ya tradicional video con el repaso del trabajo del año, en una ceremonia conducida, como también es habitual, por los nietos restituidos Manuel Gonçalves y Leonardo Fossati. Pasaron por la pantalla la voz y la imagen de Rosa Roisinblit, histórica vicepresidenta de Abuelas, que partió recientemente, las restituciones de tres nietos, la defensa del Banco Nacional de Datos Genéticos ante los ataques del Gobierno, entre otros logros y hechos acontecidos en los últimos doce meses.

Los Amados hicieron bailar a todos con sus clásicos de la cumbia, el bolero y la música tropical. Tras ellos, llegó el folklore, con la presentación de Victoria Birchner y José Torelli en guitarra, y luego el rock nacional, con Lito Vitale e Hilda Lizarazu, y una hermosa versión de “Los Dinosaurios” de Charly García, y al final cantó León Giego, con Lito al piano, “Cinco siglos igual” y, con todo el público, en un canto colectivo, “Como la cigarra”: “Tantas veces me mataron / tantas veces me morí / sin embargo estoy aquí / resucitando”.

La entrega de los premios “Abridores de caminos”, a aquellas personas que “con su compromiso han logrado abrir espacios de creatividad, solidaridad y esperanza para la sociedad”, y “por sus trayectorias en pos de la ampliación de los derechos humanos”, se realizó con la emoción a flor de piel. Las Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, hermanas de lucha, representadas por Taty Almeida, Carmen Lareu y Clara Weinstein, recibieron su galardón.

Después le tocó al genetista Víctor Penchaszadeh, un amigo de Abuelas, por su aporte, junto a otros científicos, para la formulación de un “índice de abuelidad” que permitió la identificación de los nietos y nietas apropiados. De viaje en el exterior, Víctor encomendó a su colega Juan Ángel Canella asistir a la ceremonia y recibir el premio en su nombre: “En esta epidemia de individualismo, las Abuelas son la vacuna que necesitamos”, sostuvo Canella.

Acto seguido, la comisión organizadora de Teatro por la Identidad subió a agradecer su premio: “Siempre decimos nuestros nombres, podemos decirlos porque sabemos quiénes somos”, dijo Cristina Fridman, una de las referentes del colectivo, y reafirmó: “Hasta que aparezca el último nieto o nieta estaremos arriba de los escenarios”.

Dibujante, historietista, colaborador desde el inicio de este Mensuario, Miguel Rep fue otro de los premiados, quien pidió “que la academia sueca se ponga las pilas e inaugure un Premio Nobel del Amor para las Abuelas”.

Por su parte, el director de La historia oficial (1985), Luis Puenzo, recibió el galardón acompañado por cinco de sus nietos y evocó los encuentros con Estela y con Rosa Roisinblit cuando todavía estaban escribiendo la película con la guionista Aída Bortnik, y le dedicó su premio a todos los chicos y chicas que aparecían en las fotos reales que le aportaron las Abuelas para el film.

“Somos aprendices de la vida –reflexionó Adolfo Pérez Esquivel, al agradecer su premio–. Hemos aprendido a caminar, a ver, a pensar y a resistir, a pesar de todo y a no perder la fuerza de la esperanza. Hemos caminado juntos toda la vida, tratando de compartir las luchas de los pueblos, y aprendimos que no tenemos que perder nunca la sonrisa. El día que perdamos la sonrisa, es porque nos vencieron. ¡Y eso, nunca!».

Y el último premio, antes del cierre de la velada, fue para León Gieco. «Canto desde los siete años y me han pasado muchas cosas maravillosas, he compuesto muchas canciones, he grabado 50 discos, hasta he tenido el honor de bailar con Estela en un video –rememoró–. Pero entre todas las cosas grandes que me han pasado en la vida, la más grande, el honor más grande que he recibido en mi vida, es que las Abuelas y las Madres me hayan sumado en el camino de su lucha».

Y así, entre risas de alegría, de tristeza por quienes no están, de encuentros y reencuentros, con la presencia de Paula, la nieta 139, quien a su vez le entregó el premio-joya a Estela, cantando y bailando, en lo que algún medio calificó como “un fiestón”, celebramos un año más lucha y reunimos fuerzas para continuar. Gracias a todas y a todos los que estuvieron, a las instituciones, municipios, sindicatos, organizaciones y personas que forman parte de esta búsqueda, gracias a todos por ser de Abuelas.

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