Cuando el poder alimenta el odio
Mariela Belski, directora ejecutiva
Amnistía Internacional Argentina
En Argentina, ser periodista nunca fue fácil. Pero en estos últimos meses, la escalada de violencia desde las más altas esferas del poder político ha alcanzado un nivel inaceptable. La desinformación, los ataques personales y los discursos cargados de odio se multiplican, muchas veces con el aval directo del presidente Javier Milei. Lo que antes podía parecer una estrategia de provocación hoy se ha transformado en una forma sistemática de hostigamiento que busca silenciar, disciplinar y destruir.
El caso de Julia Mengolini —blanco de una campaña basada en un video falso generado con inteligencia artificial y amplificada por cuentas afines al presidente— es uno de los ejemplos más extremos. Pero no es el único. A diario, un grupo importante de periodistas sufren insultos, burlas y violencia,que , de acuerdo con la investigación que estamos realizando, se intensifica cuando se trata de mujeres. Lo que está en juego no es solo la integridad de quienes informan, sino el derecho de toda la sociedad a recibir información libre y plural.
Desde Amnistía Internacional venimos advirtiendo sobre el peligro de estos discursos. No se trata de “exabruptos” aislados. Se trata de una retórica de odio que se legitima desde el poder institucional y que, como muestran nuestros informes, puede tener consecuencias reales: censura, miedo, autocensura y hasta violencia física. Cuando el Estado no protege, sino que agrede, se rompe el pacto básico de una democracia saludable.
El hostigamiento digital, la sexualización como forma de castigo y el desprestigio sistemático no pueden ser naturalizados. Y mucho menos cuando provienen de quienes deberían garantizar un debate respetuoso y equilibrado. Por eso, frente a la violencia, elegimos redoblar nuestro compromiso con la libertad de expresión, con el periodismo, y con quienes se animan a seguir hablando, aun en este contexto.
La democracia no se defiende con insultos. Se defiende con respeto, con información y con una ciudadanía activa que no se deje paralizar por el miedo. Desde Amnistía Internacional, no vamos a dejar de alzar la voz contra los discursos que buscan apagar voces.