Definiciones de CFK en el Encuentro de la Cultura Popularidad
En un encendido discurso que combinó reflexión política, autocrítica y una crítica feroz al actual modelo económico, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner fue la oradora central del Encuentro de la Cultura Popular, organizado por el Instituto Patria, en el Polo Cultural del barrio de San Telmo. El evento, realizado en la tarde del 25 de mayo, conmemoró el Día de la Patria y el 22° aniversario de la asunción de Néstor Kirchner como presidente de la Nación. A sala llena, y con un público militante que respondió cada intervención con cánticos y ovaciones, la expresidenta trazó un diagnóstico del presente argentino y propuso una agenda para el futuro: una nueva estatalidad, más eficiente, más justa y con protagonismo popular.
Un modelo económico que ya fracasó
«La historia no empieza todos los días«, repitió Cristina en varias ocasiones al referirse al rumbo económico del gobierno de Javier Milei. En un repaso cargado de referencias históricas, advirtió que el actual plan no es novedoso sino una reedición de experiencias que llevaron a la Argentina al colapso. Desde la tablita de Martínez de Hoz hasta la convertibilidad de los 90, la expresidenta recordó los efectos devastadores de los ciclos de endeudamiento, apertura indiscriminada y ajuste, alertando que el país se encamina hacia su décimo default.
“Hoy nos quieren convencer de que destruir lo construido es sinónimo de libertad. Pero esa destrucción, como bien dijo Arriazu —ese mismo economista que inventó la tablita y que Milei idolatra—, va más rápido que cualquier intento de construcción. Y eso no es eficiencia: es barbarie”, denunció, cuestionando el nivel de endeudamiento creciente que sostiene el programa oficial mientras se desploman el consumo, la actividad económica y el poder adquisitivo.
Soberanía en juego: ¿base militar en Tierra del Fuego?
Uno de los pasajes más fuertes de su intervención llegó al denunciar el riesgo de que, en su afán por honrar compromisos con el Fondo Monetario Internacional, el gobierno de Milei entregue territorio nacional: “¿Será Tierra del Fuego el precio a pagar? ¿Vamos a permitir que cedan soberanía y entreguen un pedazo de Ushuaia para instalar una base militar yanqui?”, preguntó, encendiendo al auditorio que respondió con el histórico “¡Patria sí, colonia no!”.
Cristina recordó que la entrega de recursos estratégicos o posiciones geopolíticas no es nueva en el escenario internacional, y comparó esta posibilidad con la entrega de tierras raras por parte del gobierno de Ucrania a intereses extranjeros. “No se trata solo de deuda, sino de soberanía. Y eso no se negocia”, sostuvo con énfasis.
El dolor social como caldo de cultivo de la motosierra
Lejos de desentenderse del crecimiento del fenómeno libertario, la líder del kirchnerismo propuso una lectura autocrítica. “La motosierra no es solo una propuesta de ajuste. Fue una respuesta emocional eficaz al desencanto con un Estado que muchas veces no respondió, que no dio soluciones, que no estuvo cuando más se lo necesitaba”, afirmó.
Desde allí convocó a revisar profundamente el concepto de “Estado presente” y planteó la necesidad de construir una “nueva estatalidad”: un Estado que sea eficaz, que no sea capturado por corporaciones ni por la burocracia, y que logre restituir el sentido de lo público como instrumento de transformación y justicia social.
Cultura, identidad y soberanía
El Día de la Patria fue también un marco simbólico para repasar lo realizado durante los gobiernos kirchneristas en materia cultural. Cristina enumeró iniciativas emblemáticas como el INCAA, Paka Paka, Canal Encuentro, Tecnópolis, el Centro Cultural Kirchner, la ley de financiamiento educativo y la recuperación de la ESMA como espacio de memoria. “El Bicentenario fue el momento más feliz, cuando el 25 de mayo volvió a ser del pueblo. No de la historiografía liberal, sino de los argentinos y argentinas de a pie que se reconocen en su historia y luchan por su futuro”, expresó con emoción.
Críticas a la narrativa oficial y al lawfare mediático
La expresidenta también desmanteló algunos de los discursos dominantes del gobierno actual, en particular la supuesta lucha contra el narcotráfico. “¿Narcotráfico con 50 millones de pesos por mes? Por favor. No nos tomen el pelo. Los verdaderos narcos no viven en el conurbano, están en Nordelta, en Puerto Madero o en el exterior. Nos quieren vender espejitos de colores mientras desmantelan el país”, disparó, y recordó cómo fue demonizada cuando denunció los vínculos internacionales del narcotráfico y su función disciplinadora sobre los sectores populares.
Un nuevo modelo productivo, con protagonismo de los trabajadores
En un tramo propositivo, Cristina cuestionó también los límites del modelo sustitutivo de importaciones que históricamente defendió el peronismo: “No podemos seguir protegiendo empresarios que no reinvierten, que no innovan, que solo buscan rentabilidad inmediata. La competitividad hoy se logra con tecnología, con valor agregado, con producción organizada por quienes la sostienen: los trabajadores”, afirmó, planteando un nuevo paradigma que ponga en el centro el desarrollo común y la soberanía productiva.
Llamado a la militancia política
Finalmente, Cristina convocó a la militancia a abandonar la comodidad del análisis electoralista para volver a pensarse como actores políticos integrales: “Hay que animarse a discutir, a debatir, a proponer. Basta de egos, de fragmentación inútil. Volvamos a militar con ideas, con coraje y con amor por la Patria”.
La jornada concluyó con la ovación de un público movilizado, que cantó la Marcha Peronista y salió a la calle con la consigna de siempre, que vuelve a cobrar fuerza en tiempos de restauración neoliberal: “La patria no se vende”.
En síntesis, Cristina Fernández de Kirchner no solo planteó un rechazo rotundo al modelo económico de Milei, sino que propuso un nuevo horizonte: una estatalidad renovada, una economía con protagonismo popular, soberanía plena y un peronismo que recupere su potencia transformadora desde la autocrítica y la reconstrucción de sentido colectivo.