Editorial: Derechos
Por Eduardo J. Bidegaray / Editor general de Prensa Chica
Es fundamental rechazar y no naturalizar los constantes improperios, insultos y descalificaciones que el presidente Javier Milei utiliza como parte de su gestión. No solo son una vergonzosa afrenta a la dignidad que requiere su investidura, sino también un ataque directo a la jerarquía institucional que representa. Pero lo que podría considerarse una cuestión de formas, adquiere mayor gravedad al estar acompañado de políticas antiderechos, que evidencian una peligrosa tendencia hacia el retroceso social y democrático.
En su reciente intervención en el Foro de Davos, Milei apuntó contra leyes fundamentales que protegen derechos conquistados, como la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), la Ley contra la Violencia hacia las Mujeres y la Ley Antidiscriminación. Al despreciar estas normativas, el Presidente no solo desconoce los avances alcanzados con esfuerzo por nuestra sociedad, sino que habilita discursos de odio y exclusión que fracturan el tejido social.
La Ley de Educación Sexual Integral es clave para garantizar una formación libre de prejuicios, que promueva el respeto y la igualdad desde las aulas. La Ley contra la Violencia hacia las Mujeres, por su parte, busca combatir un flagelo que en Argentina se cobra la vida de una mujer cada 27 horas, principalmente en contextos de violencia doméstica. Finalmente, la Ley Antidiscriminación refuerza el respeto a la diversidad y limita la propagación de discursos de odio hacia mujeres, migrantes y diversidades. Atacar estos pilares de nuestra convivencia implica desmantelar herramientas esenciales para la equidad y el progreso.
En un foro internacional, Milei incluso llegó a equiparar la homosexualidad con la pedofilia, demostrando un desprecio alarmante hacia las diferencias de género y los derechos adquiridos. Estas posturas no solo son aberrantes, sino que legitiman actitudes retrógradas que, de consolidarse, representarán un retroceso difícil de revertir.
Como sociedad, no podemos permitir que el odio y la exclusión se conviertan en políticas de Estado. Es momento de reflexionar, recordar y actuar. La memoria será nuestra mayor herramienta al momento de decidir con nuestro voto quién representa verdaderamente un proyecto de convivencia, igualdad y respeto.
Nota editorial publicada en la edición gráfica 963 de Prensa Chica