El nacimiento del imperialismo moderno
Por José Luis Medan
Cuando Fernando de Magallanes (HM) zarpó de Sanlúcar (España) el 20 de septiembre de 1519, al mando de una flota de cinco navíos y 237 personas; sabía que la tierra era redonda. Mejor dicho esférica. Que había sido repartida por el Papa Alejandro VI entre España y Portugal por mitades. Desde la línea demarcatoria (actual meridiano 30 grados oeste), la mitad hacia el este era para Portugal y la mitad hacia el oeste para España.
HM había navegado a las órdenes de Portugal por el sudeste de Asia, viajando hacia el este por debajo de África llegando hasta las islas de Sumatra.
Conocía el mapa de Martín Behaim donde se mostraba un pasaje que permitía sortear el continente descubierto por Colón y también el viaje de Solís, que buscando un pasaje a las Indias fue muerto y comido con sesenta de sus hombres frente a la isla de Martín García.
El objetivo era llegar a las islas de las especies navegando hacia el oeste para España aun sabiendo que las islas (Islas Molucas) estaban en la mitad del mundo reservado para Portugal.
No sabía que iba a morir en las islas Filipinas, tratando de demostrar su poder y el de España ante un rey local. Ni que el viaje de circunnavegación del globo lo iba a completar Sebastián Elcano, un ignoto maestre de una de las naves de su flota, con una nave y 18 tripulantes.
El italiano Antonio Pigafetta, embarcado como “sobresaliente” en la expedición fue testigo presencial de mucho de lo que aconteció en el viaje de circunnavegación que completó con Sebastián Elcano. Escribió una crónica detallada titulada “Primer viaje en torno al Globo”, dividida en cuatro Libros.
En el libro II “Desde la salida del estrecho hasta la muerte de Magallanes y nuestra partida de Zubu” relata lo que nos ocupa en este título. La isla y puerto de Zubu se encuentra en las actuales islas Filipinas.
En la anotación del domingo 7 de abril de 1521, dice ”entramos al puerto de Zubu … cuando estuvimos cerca de la villa el Capitán (HM) ordenó izar todos sus pabellones y amainar velas y se disparó en descarga cerrada toda su artillería, lo que causó gran alarma entre los isleños”. HM envió una delegación a tierra en la que estaba Pigafetta, que encontró al rey de la isla y una multitud alarmada. Los calmaron diciéndoles que era una costumbre en señal de saludo y amistad al rey de la isla y su pueblo. El rey respondió que les daba la bienvenida y les advertía que todos los navíos que entraban a su puerto para comerciar debían empezar por pagar un impuesto. Que un junco procedente de Cian que compró esclavos y oro hacia cuatro días lo había pagado, poniendo como testigo al comerciante de Cian. A través de su interprete HM le respondió “por ser capitán de un monarca tan grande no pagaría impuestos a ningún rey de la tierra, que si el rey de Zubu quería la paz traía la paz pero si quería la guerra le haría la guerra. El comerciante de Cian acercándose al rey le dijo “Señor ten cuidado esta gente son los que han conquistado Calicut, Malaca y todos las grandes Indias” confundiéndolos con los portugueses que ya andaban por esas zonas. El intérprete de HM que había comprendido lo que el comerciante acababa de decir le dijo al rey “que su rey era mucho más poderoso por sus ejércitos y sus escuadras que el de Portugal, que era el rey de España y el emperador de todo el mundo cristiano, y que si hubiese preferido tenerle más por enemigo que por amigo habría enviado los hombres y navíos necesarios para destruir por completo su isla”. El rey confuso respondió que consultaría con los suyos y al día siguiente daría su respuesta.
Al día siguiente el escribano de la flota y el intérprete fueron a tierra y el rey de Zubu acompañado de sus jefes dijo “convencido por lo que acababa de saber, no solo no pretendía ningún impuesto sino que, si le exigía estaba presto a ser el mismo tributario del emperador. Se le contestó que no se le pedía más que el privilegio de tener el comercio exclusivo de la isla”. Desde hace 500 años se fueron construyendo los distintos imperios modernos con este molde. Hoy ante la decadencia del último, esperemos el surgimiento de una nueva relación igualitaria entre las naciones.