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El Senado aprobó la Ley de Financiamiento Universitario

De hacerse efectiva la ley, debería dar respuestas a la emergencia salarial que vienen sufriendo docentes y no docentes universitarios, teniendo en cuenta que se estima una pérdida del poder adquisitivo del 33,3 % entre diciembre de 2023 y julio de 2024, sobre un contexto con una inflación acumulada del 134,5 % y una recomposición salarial de apenas el 56,9 % (77,6 % puntos porcentuales de diferencia). Como resultado, actualmente los salarios de más del 85 % de las y los docentes están por debajo de la línea de pobreza. A la vez, más del 60 % de las y los nodocentes se encuentran en esa misma situación.

Los fondos destinados a las universidades, según la ley sancionada, se distribuirán en función del número de estudiantes de cada universidad, las carreras ofrecidas, cantidad de egresados, hospitales y escuelas secundarias que tengan a cargo, así como también, la actividad científica, tecnológica y de extensión que desarrollen. 

El sistema universitario público argentino es el nivel mejor valorado socialmente. Además, según una encuesta nacional de percepciones realizada en 2023 por el Instituto de Investigaciones en Gestión, Desarrollo y Control de las Organizaciones de la UBA, la mayoría encuestada valora más un título obtenido en una universidad pública por sobre uno de una universidad privada y 3 de cada 4 argentinos/as rechazan los recortes en educación, ciencia y tecnología. Estas valoraciones son transversales a todos los segmentos sociales.

El sistema universitario público de nuestro país es único en el mundo porque combina masividad, excelencia académica e ingreso irrestricto. La Universidad de Buenos Aires, se ubica en el top 100 de mejores universidades del mundo y es la mejor universidad de Iberoamérica.

Sostener estándares de calidad en el sistema público de investigación científica y educación superior requiere de la inversión y el compromiso de todos los gobiernos. Sin educación y ciencia, no hay desarrollo sustentable posible.

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