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«En vez de gastar en justicia social, gastaron en gas pimienta»

Francisco afirmó: “En vez de pagar la justicia, pagó el gas pimienta”. Esta declaración resuena con la preocupación creciente sobre las prioridades del gobierno, que, según el Papa, invierte más en reprimir las protestas que en atender las necesidades básicas de la población. En su discurso, subrayó que los derechos a la “tierra, techo y trabajo” son sagrados y esenciales para todos.

Aunque no mencionó explícitamente a Argentina, el Papa hizo referencia clara a la situación en el país. Reveló que observó una represión reciente contra trabajadores y ciudadanos que exigían sus derechos. Con asombro, destacó que el costo de cada envase de gas pimienta utilizado por las fuerzas de seguridad asciende a 250 mil pesos, una cifra superior al haber jubilatorio mínimo, que es de 234 mil pesos. Esto evidencia un desbalance alarmante en la distribución de recursos, priorizando la represión sobre la justicia social.

“El Gobierno se puso firme y en vez de pagar la justicia social pagó el gas pimienta, le convenía”, sentenció el Papa. Esta crítica pone de relieve las decisiones tomadas por la administración de Milei, que ha intensificado su enfoque neoliberal en detrimento de los sectores más vulnerables.

Francisco también abordó el tema de la corrupción, mencionando que un empresario argentino le informó sobre un caso de coimas en el que un funcionario estatal exigía un soborno para otorgar permisos. Este relato se inserta en un contexto más amplio de avaricia y falta de ética en los sectores más poderosos, a los que el Papa culpó de obstaculizar la justicia social. “El diablo entra por los bolsillos, no se olviden”, advirtió.

El Papa instó a los referentes sociales a seguir luchando por la justicia y a recordar a los políticos su deber hacia el pueblo. “Ustedes tienen que ser custodios de la justicia social”, afirmó, alentando a la acción y organización comunitaria frente a las injusticias.

Francisco también criticó la meritocracia, afirmando que muchas veces las grandes fortunas no se originan en el mérito, sino en prácticas como la explotación y la evasión fiscal. “Si no hay políticas equitativas que afiancen la justicia social, la lógica del descarte se extenderá, dejando violencia y desolación”, dijo, resaltando la necesidad de un cambio profundo en las políticas públicas.

Su discurso fue un llamado a la acción, instando a que si el pueblo se organiza y lucha contra las estructuras de injusticia, eventualmente las cosas cambiarán para bien. “No solo protestan, sino que realizan innumerables obras de inclusión, a veces sin ayuda del Estado y perseguidos”, subrayó, reconociendo el esfuerzo de los movimientos sociales.

El mensaje del Papa Francisco es claro: la represión no es la respuesta a las demandas sociales. En lugar de invertir en gas pimienta y medidas represivas, el gobierno debería enfocarse en garantizar los derechos de todos, especialmente de los más vulnerables. En un mundo donde el silencio frente a la injusticia permite que el odio y la división prosperen, la voz del Papa se convierte en un faro para aquellos que luchan por un futuro más justo y equitativo.

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