Histórica caída de la industria metalúrgica
La producción metalúrgica argentina volvió a retroceder en noviembre de 2025: según el informe mensual de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), la actividad se contrajo 4,2% interanual y 0,5% respecto de octubre, con un acumulado de -0,3% en lo que va del año y operando 18,3% por debajo de sus máximos recientes.
Elio Del Re, presidente de ADIMRA y miembro de la mesa chica de la Unión Industrial Argentina (UIA), sintetizó el diagnóstico empresarial: “el balance de noviembre confirma la persistencia de un escenario recesivo y frágil, caracterizado por caídas interanuales generalizadas, bajos niveles de utilización de la capacidad instalada, importaciones en ascenso, sin indicios concretos de una mejora sostenida en el corto plazo”. La entidad advierte que el tejido productivo metalúrgico se viene deteriorando desde hace al menos un año y reclama “una política industrial integral” para las pymes del sector.
El informe registra una profundización del deterioro de la utilización de la capacidad instalada: cayó 6,1 puntos porcentuales en la comparación interanual y quedó en apenas 44,4%, el nivel más bajo de la serie histórica del sector. El indicador sitúa a muchas plantas en niveles de actividad semejantes a los meses críticos de la pandemia y confirma la creciente ociosidad productiva.
El informe desglosa una caída generalizada en la mayor parte de las ramas: Maquinaria Agrícola (-2,6%) y Carrocerías y Remolques (-3,1%) se desaceleraron; Autopartes registró -4,8%; Bienes de Capital y Equipos y Aparatos Eléctricos cayeron -3,4% cada uno; Equipamiento Médico -2,8% y Otros Productos de Metal -2,7%. Fundición aparece como el rubro más golpeado, con una retracción interanual de 18,2%.
A nivel provincial, todas las jurisdicciones relevadas mostraron caídas interanuales: Santa Fe y Entre Ríos registraron -1,5% cada una; Córdoba y la provincia de Buenos Aires quedaron entre las más afectadas con -5,6%; Mendoza marcó -1,8%. El desplome en Buenos Aires, núcleo de buena parte de la actividad metalúrgica, se destaca como uno de los principales motores de la contracción nacional.
El capítulo de comercio exterior del informe es particularmente preocupante para la cadena metalúrgica: las importaciones de productos metalúrgicos alcanzaron en octubre (último dato disponible) 2.656 millones de dólares, con un aumento interanual del 11,8% en dólares y del 33,4% en toneladas, y una tasa de crecimiento mensual promedio cercana al 5%. En contraste, las exportaciones del mismo rubro sumaron apenas 454 millones de dólares, con una caída interanual del 7,1%. Esa dinámica agrava la pérdida de mercado de la industria local y presiona sobre la producción y el empleo.
El sondeo incluido en el informe revela pesimismo entre los empresarios: el 77,5% anticipa que su nivel de producción se mantendrá sin cambios o disminuirá en los próximos meses y el 90,9% no prevé incrementos en su dotación de personal —incluso proyectan reducciones—. En lo laboral, los registros muestran ya un retroceso del empleo en empresas metalúrgicas que acompaña la caída de la actividad.
Un problema estructural que reclama respuesta
Los números del sector —actividad en baja, capacidad ociosa en máximos históricos, importaciones que se disparan y exportaciones en retroceso— no son sólo una radiografía coyuntural: configuran un problema estructural que deteriora la base productiva de pequeñas y medianas empresas. Para Del Re y otros dirigentes empresariales, la convergencia de estos factores exige una política industrial coherente y medidas que reviertan la sustitución de producción nacional por compras externas.
Desde una perspectiva crítica, dirigentes sindicales, cámaras pymes y sectores vinculados a la industria interpretan estos resultados como consecuencia directa de un modelo económico que prioriza la apertura y la desregulación, políticas que, según sus críticos, terminan concentrando recursos en grupos económicos concentrados y erosionando el entramado productivo local. Ese diagnóstico adquiere fuerza cuando las cifras muestran que las importaciones crecen a ritmos muy superiores a las exportaciones y a la actividad doméstica. (Ver reacciones de ADIMRA y del empresariado).
El colapso parcial de la actividad metalúrgica no sólo reduce volúmenes de producción; erosiona empleo, capacidades tecnológicas y encadena impactos en la automoción, la construcción, la agroindustria y la energía. Los datos de noviembre de 2025 ponen en evidencia la urgencia de políticas públicas orientadas a reactivar la demanda interna, frenar la sustitución por importaciones y sostener a las pymes industriales. Sin medidas coordinadas, advierten los actores del sector, la recuperación será lenta y asimétrica, con costos sociales y productivos difíciles de revertir.

