Inflación recargada: los monopolios remarcan, los salarios se congelan
La inflación en alimentos y bebidas volvió a pegar un salto en la segunda semana de agosto, confirmando la tendencia que ya se venía observando en los últimos meses. Aunque el gobierno libertario insista en que la suba de precios está bajo control, los datos muestran otra realidad: el índice de julio, difundido por el Indec, marcó un aumento del 1,9% frente al 0,6% promedio que se había registrado en mayo y junio. Y los bolsillos de los trabajadores sienten el golpe, sobre todo en rubros básicos como la comida, las bebidas y los servicios, que se llevan una porción cada vez mayor de salarios congelados.
Las consultoras privadas vienen registrando la misma dinámica. LCG proyecta un incremento del 2,5% para alimentos y bebidas en agosto, mientras que EcoGo estima un alza cercana al 2,3%. En la primera semana del mes, los precios de ese rubro subieron 2% y en la segunda semana otro 1,1%. Se trata de un componente clave del índice general, ya que explica casi una cuarta parte del IPC. Lo llamativo es que, a diferencia de lo que suele ocurrir, las empresas alimenticias no se limitaron a remarcar al inicio del mes con sus listas, sino que también lo hicieron en la segunda semana.
Los rubros que más empujaron los precios fueron las carnes (+1,7%), las bebidas e infusiones para el hogar (+2,2%) y las frutas (+4,2%). En tanto, EcoGo registró un comportamiento mixto: subas en verduras frescas y congeladas (+5,6%), aumentos en fiambres y conservas (+5,6%) y un fuerte salto en los fideos secos (+5,7%), aunque con una leve baja en frutas (-1,5%).
Desde el oficialismo, la cifra de julio fue presentada como un logro. Sin embargo, la vicegobernadora bonaerense y candidata por la Tercera Sección, Verónica Magario, cuestionó esa lectura: “El 1,9%… ya nadie le cree más nada. No es la sensación que tenemos los trabajadores y trabajadoras”. En declaraciones radiales, la dirigente además advirtió sobre la pérdida de empleo: entre diciembre de 2023 y mayo de este año se destruyeron 140 mil puestos, en un mercado laboral donde seis de los veinte millones de personas económicamente activas carecen de trabajo. “Tendríamos que estar generando 200 mil empleos por año para los jóvenes que ingresan, pero estamos yendo en la dirección contraria”, alertó.
A la par de estos números, Alfredo Serrano Mancilla, director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), publicó un relevamiento propio que desnuda el impacto en productos de consumo cotidiano desde la llegada de Milei a la Casa Rosada. Según el estudio, los precios minoristas prácticamente se triplicaron entre noviembre de 2023 y julio de 2025, con picos que superan con creces ese promedio: la sal fina aumentó 334%, el pan de mesa 270%, el jabón en pan 262%, el aceite de girasol 250%, la leche en sachet 247% y la lavandina 218%. También figuran en la lista el pollo (+207%), la carne picada común (+193%), los huevos (+189%) y la harina (+180%).
Lejos de ser un desliz de la coyuntura, estos números reflejan —como denuncian desde distintos sectores— la política deliberada de los grandes monopolios agrupados en la Amcham, la SRA y la AEA: transferir ingresos de los asalariados hacia las cuentas de las grandes corporaciones, que a la vez engrosan ganancias y fuga de capitales. Una lógica que se expresa en la primarización de la economía y en el vaciamiento de la industria.
La discusión sobre cómo enfrentar esa realidad se repite en fábricas, medios de transporte, barrios y universidades. Mientras el gobierno festeja indicadores que no se reflejan en la mesa de los trabajadores, la vida cotidiana se encarece y la pobreza se expande. Para Magario, y para buena parte de la dirigencia opositora, el desafío es claro: construir una fuerza política capaz de revertir el modelo de concentración y reemplazarlo por uno que organice el país en función de las necesidades comunes de la mayoría.