La CGT recibe a las pymes para definir una agenda común
La nueva conducción de la CGT convocó a un gesto político de peso: hoy, a las 16, recibirá en la histórica sede de Azopardo 802 a representantes de la Confederación General Empresaria (CGERA) para discutir la agenda de la producción y el trabajo en un momento de fuerte tensión con el Ejecutivo por la reforma laboral. El encuentro plantea una alianza estratégica entre gremios y pequeñas y medianas empresas para intentar imponer la prioridad de proteger el empleo antes que avanzar en cambios legales que, según la central obrera, llegarían al Parlamento sin la suficiente discusión.
La convocatoria no es casual: los números que vienen circulando en distintos informes ponen en evidencia una emergencia productiva y laboral que obliga a tomar decisiones distintas a las que plantea el Gobierno. Entre diciembre de 2023 y junio de 2025, el Grupo Atenas contabilizó 16.322 empresas que dejaron de operar —un promedio de 28 cierres diarios— y la pérdida de 236.139 empleos formales, cifras que ilustran la magnitud del deterioro en el entramado pyme.
En paralelo, la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales (ENAC) advirtió que, en casi dos años de gestión, se acumulan alrededor de 15.000 pymes cerradas, lo que equivale a unas 40 firmas por día. Para los representantes pyme, la apertura indiscriminada de importaciones, la presión tributaria y los costos logísticos explican buena parte del ahogamiento productivo.
Un dato parecido surge de análisis que usan registros administrativos: la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y relevos de consultoras privadas estimaron en 15.564 el número de empresas que dejaron de operar entre noviembre de 2023 y mayo de 2025, de las cuales la abrumadora mayoría —el 99,7%— tenía menos de 50 trabajadores. Es decir: la crisis golpea sobre todo a quienes sostienen la mayor parte del empleo formal.
“El Gobierno invierte el orden de prioridades”, advirtió en los últimos días Jorge Sola, uno de los secretarios generales de la central, al reclamar que antes de avanzar con una reforma laboral se aborde la estructura impositiva y los costos que asfixian a las pymes. Esa frase resume la posición cegetista: no se trata sólo de proteger derechos laborales, sino de evitar que una reforma impulsada sin consenso profundice la destrucción de empresas y puestos de trabajo.
Temas sobre la mesa
La agenda que pondrán en común dirigentes sindicales y empresarios pyme incluye puntos claves: competitividad y costos productivos; logística y presión fiscal; impacto de las importaciones; y reformas legislativas que afectan tanto a trabajadores como a empleadores de menor escala. Desde CGERA anticipan que buscarán consensuar una postura común ante cualquier cambio que incida sobre la actividad industrial o el empleo, y participarán todas las cámaras signatarias del convenio pyme y otras entidades invitadas. Los dirigentes empresariales y sindicales buscarán, además, consensuar propuestas alternativas a una reforma que, sostienen, hoy llega como amenaza antes que como solución.
Importa esta articulación porque la discusión no es abstracta: cuando las pymes cierran, se pierden cadenas de valor locales, proveedores y empleos. Esa sangría territorial y productiva no se recupera de un día para el otro y profundiza la precarización laboral, justo el fenómeno que una reforma “por decreto parlamentario” podría acentuar si reduce marcos de protección sin mecanismos compensatorios claros. Para la CGT, entonces, la prioridad debe pasar por aliviar la presión impositiva, bajar costos logísticos y frenar la entrada masiva de bienes importados que compiten con la producción local; sólo después, sostienen, puede discutirse cualquier cambio en la legislación laboral con garantías para el empleo.
Más allá del intercambio técnico con cámaras pyme, la cúpula cegetista ha ido tejiendo una red de contactos con el peronismo y sectores productivos para mostrar cohesión interna y reforzar su interlocución con el Congreso. La idea es marcar los tiempos parlamentarios del Ejecutivo y evitar que la reforma se debata sin la participación directa de quienes representan la mayoría del empleo argentino. La nueva conducción intenta así imprimir una identidad propia: negociar no significa aceptar todo, explican en Azopardo, sino poner condiciones que protejan puestos de trabajo.
Además de reclamar medidas urgentes sobre impuestos y logística, la CGT y las cámaras pyme suelen impulsar propuestas concretas: líneas de crédito con condiciones favorables para pequeñas empresas, incentivos fiscales temporales vinculados a mantener planteles, revisión de la política de importaciones por ramas productivas estratégicas, y cláusulas protectoras en cualquier modificación laboral que garanticen la vigencia efectiva de convenios colectivos y la protección de la negociación colectiva.
Si el Gobierno persiste en intentar imponer un ajuste de reglas laborales sin garantías para los más vulnerables del mercado de trabajo, la respuesta sindical podría incluir desde campañas públicas hasta medidas de fuerza coordinadas. No es una amenaza retórica: es la lectura política que hace la conducción de la CGT ante un cuadro económico donde el tejido pyme se consume a ritmo alarmante y la fragilidad salarial obliga a las familias a convivir con la inseguridad laboral.
La reunión en Azopardo supone algo más que un intercambio de reclamos: es un intento de reconstruir un mínimo consenso social que priorice la producción nacional y la preservación del empleo por sobre reformas express que, en la práctica, terminen beneficiando la flexibilización y quebrando la ya débil arquitectura productiva. Si el objetivo del Estado es reconstruir la inversión y la actividad, cualquier reforma laboral debería ser parte de un paquete coherente que incluya alivio fiscal para pymes, controles a prácticas que dañan la competitividad local y políticas activas de sostén al empleo formal. De lo contrario, las cifras que hoy exponen el drama pyme y el derrumbe del empleo seguirán siendo la mejor prueba de que la prioridad estuvo puesta, una vez más, en el ajuste antes que en la gente.

