La protesta gana la calle con la Marcha Universitaria
El veto de Milei a la Ley de Financiamiento Educativo: una pulseada crucial
A un día de que se venza el plazo para que Javier Milei vete la Ley de Financiamiento Educativo, el país se prepara para una nueva Marcha Federal Universitaria. En esta oportunidad, la movilización promete ser masiva, con una amplia convocatoria que agrupa a gremios docentes, no docentes, estudiantes, y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), junto a sindicatos y organizaciones sociales. A las 17, miles de personas se congregarán en todo el país para rechazar el veto de una ley que consideran fundamental para la educación pública y el futuro del sistema universitario argentino.
La marcha, más allá de ser una protesta, se ha convertido en un símbolo de unidad frente a lo que muchos denominan como «el desguace» de la educación pública. En este contexto, la adhesión de la CGT, las CTA y la UTEP refuerza el mensaje de una sociedad que no está dispuesta a ceder en la defensa de la universidad pública, una institución clave para el desarrollo científico, académico y social del país.
El vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, advirtió sobre la gravedad del momento, comparándolo con el veto a la movilidad jubilatoria: “Si la movilización es muy masiva, vamos a estar más cerca de que algún diputado lo piense dos veces antes de sostener el veto”. Yacobitti resaltó una realidad que alarma a muchos: más del 60% de los trabajadores universitarios están por debajo de la línea de pobreza. Profesores que dedican sus jornadas completas a la enseñanza están viendo cómo sus ingresos apenas alcanzan, mientras que otros directamente optan por abandonar la docencia en universidades públicas, buscando mejores condiciones en el exterior o en el sector privado.
Las cifras son contundentes. En la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, el 10% de los docentes ha renunciado en los últimos meses. Esta fuga de talentos no solo debilita las universidades, sino que también pone en riesgo la continuidad de carreras y proyectos clave para el desarrollo del país. “La estrategia discursiva del Ejecutivo para atacar a las universidades es insólita y carece de fundamentos”, señaló Rodolfo Pastore, decano de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Quilmes, refiriéndose a los recientes intentos del gobierno de deslegitimar a las universidades públicas.
La adhesión de la CGT y las dos CTA a la Marcha Federal Universitaria no es casual. Pablo Moyano, uno de los líderes de la CGT, subrayó la importancia de apoyar a los trabajadores universitarios: “Es una obligación para la CGT estar presentes el próximo 2 de octubre”, mientras que Carlos Acuña reafirmó el compromiso de la central obrera con la defensa de los derechos de todos los trabajadores argentinos.
Además de la marcha universitaria, la CTA de los Trabajadores y la CTA Autónoma se unieron para presentar una agenda común de lucha. Este frente incluye no solo la defensa de la educación, sino también manifestaciones en defensa de los jubilados y pensionados, como la movilización frente al PAMI el 15 de octubre, y el acompañamiento a los aeronáuticos en su resistencia a la privatización de Aerolíneas Argentinas e Intercargo. La unidad entre las centrales también se verá reflejada en la participación conjunta en el Encuentro Plurianual de Mujeres y Diversidades en Jujuy, fortaleciendo la cohesión en la lucha contra las políticas del gobierno libertario.
Para muchos, la unión de estos sectores es una señal de esperanza en tiempos de incertidumbre. Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores, declaró que la unificación de las centrales inaugura «una nueva etapa en la historia argentina«. Por su parte, Hugo “Cachorro” Godoy, líder de la CTA Autónoma, fue tajante: “Este es un momento crucial para frenar el avance de un gobierno que, día tras día, promulga decretos que socavan la Constitución y los derechos de los trabajadores”.
La Marcha Federal Universitaria se perfila, entonces, no solo como una movilización en defensa de la educación, sino también como un punto de inflexión en la lucha contra un modelo de país que muchos ven como un ataque directo a la educación pública, a los derechos sociales y a la soberanía nacional. El 2 de octubre será un día decisivo para la universidad y, quizás, para el rumbo que tomará el país en los próximos meses.