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Para una prestigiosa revista científica, en la Argentina hay un «cienticidio»

La revista científica Science, una de las más reconocidas y prestigiosa del mundo, publicó un informe demoledor sobre el impacto de los recortes aplicados al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y otras instituciones científicas de Argentina, denunciando la desarticulación de un sistema que toma décadas construir. Desde que asumió el gobierno de Javier Milei, la ciencia argentina enfrenta una crisis sin precedentes, marcada por la migración masiva de talentos y una pérdida de recursos que pone en riesgo el futuro del conocimiento en el país. Science califica como «cienticidio» las políticas que se están implementando y la desfinanciación de la la investigación científica, en un duro análisis sobre el ajuste en el Conicet.

Según el artículo de Science, en tan solo un año el CONICET perdió alrededor de 9% de su personal, con científicos y técnicos que se ven forzados a buscar trabajo en el exterior. Este éxodo responde a una política de austeridad que, con el lema de “recortar el gasto público”, ha generado un golpe directo al núcleo de la investigación científica nacional. La reducción de presupuesto, sumada a la visión del presidente Milei, quien describió al CONICET como “improductivo” y hasta sugirió su cierre, dejó a muchos investigadores experimentados y jóvenes científicos al borde del abandono.

La inmunóloga Alejandra Capozzo, quien debió cerrar su laboratorio en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), sintetiza la situación al afirmar: “Están destruyendo la actividad científica del país”. Capozzo advierte sobre la dificultad de revertir esta pérdida de capital humano, pues la mayoría de estos científicos ya están en el extranjero y no planean regresar. En el mismo artículo, Diego Hurtado, físico de la Universidad Nacional de San Martín, confirma que la migración no es solo hacia países desarrollados, sino que jóvenes investigadores están moviéndose incluso a países vecinos en busca de oportunidades mínimas para su desarrollo profesional.

Uno de los ejemplos de esta fuga de talento es el de Alejandro Díaz-Caro, especialista en computación cuántica, quien dejó su puesto en la Universidad Nacional de Quilmes para aceptar una oferta en Francia. “Volví con el programa Raíces y me voy con el programa ‘motosierra’”, dice Díaz-Caro, refiriéndose a la política de ajuste del actual gobierno. Díaz-Caro no se fue solo, sino que ayudó a sus estudiantes a encontrar nuevas instituciones en el exterior, cerrando con amargura su ciclo en Argentina y declarando: “No volveré”.

La situación no solo afecta a quienes ya son investigadores consolidados. Luis Moyano, experto en inteligencia artificial, también decidió emigrar y actualmente busca trabajo en España. “El gobierno parece decidido a desvalorizar gran parte de la actividad científica”, sostiene Moyano, reflejando el desaliento de muchos profesionales en el sector.

En términos de cifras, el Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIICTI) reporta una disminución del 3,6% en el empleo en el sector científico argentino desde diciembre de 2023. Para Jorge Geffner, microbiólogo de la Universidad de Buenos Aires, la situación es clara: “El 40% de los científicos de mi departamento están emigrando”. En sus palabras, esta fuga constituye una catástrofe que amenaza con sumir a la ciencia argentina en una crisis profunda.

Esta “desinversión” no solo representa la pérdida de talento y experiencia que tardará décadas en reconstruirse, sino que socava el propio motor de desarrollo y soberanía científica del país. Para los especialistas que han denunciado esta situación, el ajuste en el CONICET y en el sistema científico argentino no es un simple recorte, sino una decisión política que compromete el futuro del país.

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