SaludUBA

¿Tenemos agua segura en Argentina?

Aunque el 85% de las viviendas en Argentina cuenta con acceso a una red pública de agua, la seguridad del suministro varía según la región y la gestión del servicio. Garantizar el acceso a agua potable de calidad requiere controles rigurosos, inversión en infraestructura y concientización pública. Expertos enfatizan la necesidad de políticas unificadas para reducir desigualdades y prevenir enfermedades vinculadas al agua contaminada.

En este sentido los contaminantes microbiológicos, como virus, bacterias y parásitos, representan la mayor amenaza para la salud, al transmitirse por la vía fecal-oral y causar enfermedades como fiebre tifoidea, cólera y hepatitis A. También existen contaminantes químicos, como arsénico, plomo y nitratos, que generan efectos a largo plazo, incluyendo enfermedades crónicas y distintos tipos de cáncer.

A esto se suma, en los últimos años, una nueva preocupación relacionada a contaminantes emergentes, sustancias como fármacos, productos cosméticos y pesticidas que han sido detectadas en el agua en concentraciones mínimas, pero su impacto ambiental y en la salud aún se estudia. Organismos internacionales, como la OMS y la Agencia Europea de Medicamentos, han identificado estos compuestos como una prioridad de investigación.

El Dr. Alfredo Gallego, Bioquímico-Farmacéutico, Especialista en Ciencias Químicas y Ambiente, sostuvo que “La exposición a arsénico, que se estima en casi dos tercios de la población. Y el nitrato, que es importante en lactantes, también detectamos que el problema se extiende también para el agua envasada. En muchos lugares hasta 30% de las marcas que se venden tienen valores de nitrato por encima del límite. En concentraciones altas como las descritas, el nitrato tiene un efecto tóxico agudo en bebés menores a 4 meses o prematuros que se alimenten con una fórmula láctea preparada con el agua contaminada. Se trata de una población muy específica, pero el efecto es grave.”

Además en varias provincias argentinas, el arsénico en aguas subterráneas constituye una grave preocupación. La exposición prolongada a este elemento provoca el Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE), caracterizado por lesiones en la piel y un mayor riesgo de cáncer. La discusión sobre los límites aceptables de arsénico en el agua sigue abierta, dada la necesidad de fuertes inversiones para su remoción.

Si bien en la mayoría de los casos el agua de red es segura, su calidad depende del control y gestión de los prestadores. La coexistencia de operadores públicos y privados, junto con una regulación fragmentada, dificulta una garantía uniforme. Ejemplos como los brotes de diarrea en Berazategui (2016) y Rojas (2004) evidencian la importancia de monitoreos constantes. En el área urbana de Buenos Aires, AySA realiza controles diarios y publica los resultados, permitiendo mayor transparencia para los consumidores.

Para reducir riesgos, se recomienda verificar la higiene del tanque domiciliario y, en caso de dudas sobre el agua de pozo, hervirla durante cinco minutos o agregarle dos gotas de lavandina por litro. Sin embargo, los contaminantes químicos requieren análisis especializados y filtros específicos.

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