En acuerdo con el CASI, San Isidro ampliará el Campo 6
El municipio de San Isidro y el Club Atlético San Isidro (CASI) anunciaron esta semana un ambicioso plan de obras en el Campo de Deportes Municipal N°6 que mezcla inversión privada y gestión pública con un objetivo declarado: ampliar la oferta deportiva y recuperar espacios de uso comunitario. El acuerdo, promete renovar instalaciones y sumar nuevas pistas y canchas pensadas tanto para la práctica competitiva como para el encuentro barrial.
Según informaron desde la comuna, la intervención sobre Campo N°6 contempla —entre otras acciones— la instalación de una cancha de hockey de última generación sobre la superficie actual, una pista de pádel, un playón polideportivo y refacciones en las canchas de tenis ya existentes. En la contra parte, el CASI construirá dos campos de rugby reglamentarios destinados a competencias de URBA, con lo que el distrito sumará sedes aptas para partidos de alto nivel y eventos federados.

La cancha de hockey mereció una mención especial: no será una sintética convencional de arena o caucho, sino un césped “de agua”, la misma tecnología que se emplea en competencias olímpicas y selecciones nacionales. La base mantiene una capa de agua permanente mediante un sistema hidráulico que optimiza el deslizamiento, acelera el ritmo del juego y, según los expertos, reduce la probabilidad de lesiones por impacto o rozamiento. Es, en palabras de los técnicos consultados por el Municipio, una apuesta a elevar la calidad de la práctica sobre el territorio comunal.
Ramón Lanús, intendente de San Isidro, celebró el convenio subrayando la vocación de abrir instalaciones de primera calidad a la comunidad: destacó que las obras buscan “favorecer la práctica deportiva y promover hábitos saludables”, y vinculó la iniciativa a un plan más amplio para recuperar y poner en valor la costa local. En ese marco, señaló que la puesta en valor de la cancha pública lindera a Bosque Alegre forma parte de la misma estrategia de acceso público y disfrute del paisaje natural.
Las obras en la cancha lindera a Bosque Alegre incluirán nivelación del terreno, un sistema de riego y mejoras en la iluminación que permitan su uso nocturno; además, las tareas se realizarán con pautas orientadas a conservar el perfil protegido del entorno. El Municipio remarcó que esos trabajos persiguen garantizar que el espacio siga siendo público, accesible y compatible con la preservación del bosque como patrimonio natural del distrito.
El acuerdo prevé que las primeras intervenciones comiencen este año y que, en una primera etapa, se acometan la puesta en valor del campo de fútbol público y la refacción de las canchas de tenis —trabajos que, según el cronograma oficial, finalizarían antes de que termine el año—. El resto del plan se desplegará por etapas a lo largo de 2026 y hasta 2027. A cambio de la inversión del CASI, el Municipio ampliará el permiso de uso compartido del Campo N°6, una modalidad que, según las partes, busca compatibilizar el acceso público con la actividad institucional del club.
Es relevante subrayar que la financiación de las obras será íntegramente aportada por el CASI, institución que este año celebra más de un siglo de vida —123 años, según los registros— y que continúa siendo un actor central en la vida social y deportiva de San Isidro. El club reunió en sus predios a más de 850 infantiles, alrededor de 300 juveniles, decenas de rugbiers y aproximadamente 600 jugadoras y jugadoras de hockey que utilizan el complejo durante los fines de semana para entrenar y competir. Para la comuna, esa vitalidad asociativa es un capital clave a la hora de pensar la inversión en infraestructura.
La propuesta supone sin duda una mejora en la oferta deportiva local, aunque abre interrogantes habituales en este tipo de convenios: la gestión de los turnos, la gratuidad y equidad en el acceso, y la articulación entre la comunidad barrial y la programación deportiva institucional. Desde el Municipio insisten en que los espacios seguirán siendo públicos y accesibles; los vecinos y organizaciones sociales, por su parte, suelen reclamarse vigilantes para que los usos mayoritarios no terminen excluyendo a los sectores menos organizados.
Además de la infraestructura deportiva, la iniciativa se inscribe en un plan mayor de recuperación de la costa de San Isidro: senderos, equipamiento urbano y la puesta en valor de zonas ribereñas que, en la hoja de ruta municipal, deben conjugar recreación y conservación. En esa línea, las autoridades remarcaron que las obras respetarán el paisaje protegido de Bosque Alegre y que la integración del bosque al circuito público será una prioridad.
Para el CASI, la obra de dos canchas de rugby reglamentarias representa la posibilidad de albergar competencias de mayor envergadura y fortalecer su rol como referente deportivo regional. Para la ciudad, la suma de una cancha de hockey olímpica y nuevas instalaciones multideportivas amplía la posibilidad de que más jóvenes accedan a entrenamientos de calidad sin tener que salir del distrito.
En definitiva, el convenio entre la comuna y el club combina recursos privados con objetivos públicos y busca traducirlos en más y mejores oportunidades de práctica deportiva. Resta ver ahora cómo se implementan las promesas: que las obras lleguen a buen puerto, que la comunidad conserve real voz sobre los usos del espacio y que la articulación entre Estado, clubes y vecinos garantice el acceso popular y gratuito que el proyecto —en sus declaraciones— promete potenciar.