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El testamento de los obreros de Astarsa


(Por Julio Zamora, intendente de Tigre). La tarea de mantener viva la Memoria es un imperativo moral. Un deber histórico y ético que también representa un ejercicio de responsabilidad institucional.

Nuestra recuperación democrática en 1983 se basó en la memoria. La sociedad argentina comprendió que no olvidar los crímenes de la dictadura cívico militar era la condición necesaria para refundar una democracia que no fuera solo formal, sino un régimen político de calidad como no se daba en la Argentina desde 1955.

Entonces recordamos. Voluntariamente militamos la Memoria, la Verdad y la Justicia porque le debemos eso a las generaciones más jóvenes y a las del futuro. Para que nunca más vuelva a ocurrir lo mismo.

Quienes fuimos testigos del horror, sabemos de sobra que la dictadura fue un intento orgánico, planificado y organizado del bloque dominante de reconfigurar la estructura económica, productiva, social y política de nuestro país, mediante el secuestro, la tortura y la desaparición física de personas. Lo habían intentado una y otra vez desde 1955, con una alternancia de asonadas militares y gobiernos civiles de democracia tutelada por las Fuerzas Armadas y el poder económico concentrado.

Es decir, casi dos décadas sin participación popular real en la cosa pública, represión y terrorismo estatal no sistemático con el principal partido político del país proscrito y, por ende, con la voluntad popular mayoritaria también privada de sus derechos civiles. Fueron tiempos violentos que engendraron una tormenta desproporcionadamente mortífera.

El 24 de marzo de 1976 fue la culminación de un planeamiento estratégico de ocupación militar, con el objetivo repetido de borrar al peronismo de la historia argentina. Y eso significa, literalmente, retrotraer los derechos laborales, sociales y políticos del pueblo a antes de 1945, así como liquidar la industrialización creciente del país y primarizar su estructura económica a la situación de colonia pastoril de finales del siglo XIX. Todo ello mediante el terrorismo de estado más horrendo y planificado de toda nuestra historia.

La historia grande se forma de miles de historias más pequeñas. Astilleros Argentinos Río de la Plata S.A. (ASTARSA) fue una empresa de construcciones navales y metalurgia, que tenía por actividad principal la construcción de buques, locomotoras, maquinaria industrial y tanques de guerra. En los años 70 empleaba a aproximadamente 1500 trabajadores, y es en esa década donde surge una rica experiencia de los trabajadores organizados a partir de la defensa de sus interesas profesionales.

El 30 de mayo de 1973, los trabajadores tomaron la fábrica luego de la muerte de dos operarios. Después de varios días de paro y toma de la fábrica la lucha concluyó tras haber conquistado todas las demandas.

Comenzado el año 1974, y a partir de la dictadura cívico-militar (1976/1983), con los militares instalados dentro de la fábrica, muchos trabajadores navales fueron perseguidos, detenidos-desaparecidos y asesinados por las FFAA, de seguridad y policiales.

Al menos 60 trabajadores fueron víctimas de esta tragedia en nuestra comunidad, vecinos de zona norte, muchos de ellos, de Tigre. Este pasado debe servirnos para reflexionar sobre los momentos que estamos transitando en nuestro país.

Seguir explorando sobre los hechos pasados es imprescindible para este momento histórico. Cuando el autoritarismo y el individualismo se vuelven a enseñorear en nuestra Patria, se hace necesario recorrer con detenimiento las tramas originarias de nuestro pasado, surcadas por vínculos solidarios firmes, como los que nos enseñaron los obreros de Astarsa, quienes con su lucha nos permitieron pensar un país para todos y todas.

Nuestro pueblo viene de una derrota histórica en las elecciones del año pasado, producto de desinteligencias y la pérdida de la comprensión respecto de nuestra misión como Movimiento Nacional.

Tenemos que sacar a la superficie la valentía y el compromiso de esos jóvenes obreros de Astarsa que nos marcan el camino a seguir, porque contemplando ese pasado de conciencia y reivindicaciones de nuestro pueblo, podremos revivir aquella puja por la justicia social, hoy otra vez en peligro. Debemos construir nuestro porvenir, recuperar el horizonte de expectativas sobre la base de una amplia revisión en las pequeñas historias que forman la historia grande de nuestro pasado, para no volver a incurrir en errores reiterados y recuperar el «tesoro» que nos transmitieron nuestros mayores, una tradición viviente que ilumina un futuro de dignidad y lucha.

El desafío, entonces, es saber leer el «testamento» que nos legaron los obreros de Astarsa, como tantos otros y otras militantes en una Argentina que quiso ser disciplinada con el terror.

Las nuevas configuraciones que nos debemos, se alojan en las raíces de nuestra historia y es un imperativo ético ir lo más profundo posible para rescatarlas.

La realidad de hoy, asoma como una repetición de la tragedia vivida. La estigmatización de la política como un lugar de prácticas delictivas, el desconocimiento de los derechos sociales, laborales, ambientales y humanos, nos obligan a un nuevo comienzo, teniendo como recurso el ejemplo que nos legaron los 30.000 desaparecidos.

Como intendente de Tigre, quiero expresar que desde el Municipio hemos tenido en toda esta etapa una clara política de derechos humanos: desde la iniciativa de crear la Dirección de DDHH como espacio de gestión para desarrollar dichas políticas, implementando programas propios en la materia tales como “Esquinas de la Memoria”, “Archivo de la Memoria Local” o “Protagonistas de la Historia”, entre otros, hasta el apoyo a todas las políticas públicas y acciones de los organismos y los familiares, de las Abuelas y Madres, tanto en la semana de la memoria, los “siluetazos”, las marchas, los eventos culturales alegóricos, en el programa Jóvenes y Memoria, entre muchas otras iniciativas.

Hemos impulsado, en conjunto con familiares y organizaciones, la señalización de sitios emblemáticos, tanto en el caso de la planta de la fábrica Ford ubicada en nuestro distrito o la de la misma “La Anguilera”, que fuera declarada como Lugar Histórico Nacional mediante el decreto 1762/2014 firmado por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Seguiremos por el mismo camino en el futuro.

Hoy es día de recordar a los 30.000 desaparecidos, a los hijos/nietos privados de su identidad, a los tantos trabajadores desocupados por la desindustrialización neoliberal y, por supuesto, a los obreros de Astarsa. Pero también y fundamentalmente decir que esos compañeros y compañeras estarían hoy al lado de los y las trabajadoras de GPS (Aeroparque), Télam, empleados públicos, trabajadores de medios (Satsaid), de la cultura, docentes, ferroviarios y tantos otros que vendrán de la mano de esta idea de una Argentina inhumana y excluyente.

Nuestra solidaridad está indudablemente con todos ellos. Desde nuestro lugar institucional y político llamamos a los sectores con representatividad política e institucional, al movimiento obrero organizado y a las organizaciones sociales, para que tomemos nota de esta difícil situación y decidamos a dar una respuesta política, contribuyendo a construir desde los cimientos una alternativa social y política de mayorías.

Nuestro deber es mantener viva la demanda de Memoria, Verdad y Justicia, porque esa es la bandera fundacional de nuestra democracia recuperada. Se lo debemos a las generaciones que vienen. Les debemos un país mejor, con derechos y diversidad. Con inclusión y paz. Solo así podremos decir que nuestro paso por esta vida no ha sido en vano.

¡Nunca más!

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