Política

Lo poco que dejó la puesta en escena de Milei en el Congreso

El discurso del presidente Javier Milei en la apertura de las sesiones legislativas ordinarias estuvo marcado por un fuerte alineamiento con los Estados Unidos y la insistencia en su plan de ajuste y privatización. Destacó la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio con el país norteamericano y hasta planteó la opción de abandonar el Mercosur, al que responsabilizó de haber beneficiado a la industria brasileña en detrimento de la argentina.

Milei también defendió su política de recortes, asegurando que “es necesario seguir pasando la motosierra profunda por el Estado para remover capas geológicas de gasto injustificado”. Según el mandatario, este ajuste es clave para sostener el pago de la deuda y sanear el balance del Banco Central. En este contexto, mencionó el acuerdo con el FMI y su intención de eliminar el cepo cambiario durante este año.

Otro de los ejes de su exposición fue la seguridad. Al referirse a la problemática en la provincia de Buenos Aires, apuntó contra el gobernador Axel Kicillof, a quien acusó de sostener una visión abolicionista que, según él, impide resolver la crisis de inseguridad. Propuso endurecer las penas del Código Penal, bajar la edad de imputabilidad y avanzar en una reforma judicial que garantice una justicia independiente y efectiva. De toda la sarta de conceptos que fue hilvanando, tal vez el único con cierta lógica es la reforma judicial, aunque en sus manos, puede resultar en un nuevo dislate sin pié ni cabeza.

La privatización de empresas públicas fue otro de los temas centrales. Milei aseguró que, incluso aquellas que hoy son superavitarias, representan una carga para el sector privado y deben ser vendidas. Para llevar adelante este plan, resaltó la importancia de continuar desmantelando el Estado en favor de una mayor concentración económica, consolidando así el poder de los monopolios.

A lo largo de su intervención, el presidente hizo afirmaciones que fueron duramente cuestionadas por distintos sectores. Sostuvo, por ejemplo, que “10 millones de personas salieron de la línea de pobreza”, aunque los indicadores reflejan un aumento en la desocupación y la precarización laboral. También afirmó que “la gran mayoría del ajuste recayó sobre el sector público y no sobre el privado”, a pesar del cierre constante de PyMEs, principales empleadoras del país. Vomita un y otro concepto, que razonablemente debe saber que son mentiras, sin alterar su semblante, como si estuviera diciendo verdades incontrastables.

El discurso incluyó referencias a la inversión extranjera, destacando el caso de Elon Musk y su modelo de negocios como un ejemplo a seguir. Según Milei, Argentina se encuentra en el inicio de una “nueva era dorada” y está a la vanguardia de los cambios que marcarán el futuro.

El acto no estuvo exento de polémica. A la salida del recinto, un allegado de Santiago Caputo golpeó al diputado Facundo Manes, quien minutos antes había intentado interpelar al presidente sobre la Corte Suprema y el uso de criptomonedas. Este episodio dejó en evidencia la tensión dentro del propio oficialismo y la creciente soledad del proyecto libertario.

En una nueva actitud patoteril, finalmente, Milei reiteró su idea de que la intervención o el golpe de Estado contra la Provincia de Buenos Aires es una posibilidad latente. Para avanzar en su plan de ajuste y desguace, considera fundamental debilitar la resistencia del conurbano bonaerense, al que señaló como un foco de conflicto y disciplinamiento por parte de los monopolios. En este contexto, la represión a cargo del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich se erige como una pieza clave del engranaje gubernamental.

El panorama planteado por el presidente refuerza la idea de que su gobierno avanza hacia una profundización del ajuste, la concentración del poder económico y la represión como método de control social.

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