Soledad Martínez, vicepresidenta del PRO
No las tuvo sencilla Mauricio Macri, para encabezar la renovación de la mesa directiva del PRO. Antiguo feudo en el que hacía deshacía, por derecho propio al ser su creador y fogonero para proyectarlo por fuera del distrito de la CABA, hoy Mauricio ha tenido que negociar con la nueva lideresa del partido: Patricia Bullrich. La frustrada candidata presidencial tuvo un crecimiento exponencial en los últimos meses, como referente de peso dentro del PRO.
Lo que cuando se anunció parecía poder ser sencillo para Mauricio, tras el anunciado paso al costado de la Bullrich, la renovación de autoridades partidarias terminó siendo un caldero de negociaciones permanentes, para ceder o lograr espacios de poder.
Y la negociación, en la que Bullrich cosechó más de lo esperado, fue necesaria porque, de no ser así, la ministra de Seguridad ya había manifestado su deseo de presentar lista propio y forzar una elección interna.
En un compulsa entre afiliados, Mauricio temió que su prestigio e historia partidarias, no terminaran siendo suficientes para doblegar el actual perfil de Patricia, que embeleza al votante PRO por estos días. Si no aceptaba la negociación, Mauricio sabía que ponía mucho en juego en una interna.
En ese toma y daca, que terminó minutos antes del plazo legal fijado por la Justicia, se conformó la nueva dirigencia encabezada, en la que el ninguneado Horacio Rodríguez Larreta quedó al margen. Por primera vez Mauricio Macri será el presidente del partido, secundado como vice primera por Soledad Martínez -de su riñón- y vice segundo, Damián Arabia, diputado de Bullrich y quién será sus ojos y oidos en la mesa chica.
Cómo es que Soledad Martínez, a quien no es habitual ver con presencia notoria, debido a su bajo perfil personal y dirigencial, ha llegado a ese apetecible puesto. La respuesta hay que buscarla en sus orígenes partidarios.
Proviene de una familia muy ligada al clan Macri. Su padre, Raúl, afín al ideario peronista, cumplió diversas funciones en el pool que comandaba Franco, inclusive algunas que le significaron bastantes dolores de cabeza en lo personal y más de una presentación ante la Justicia, dando la cara por las cabezas del Grupo.
Esa bendición paterna contribuyó a los comienzos de la vida política de SM. De ahí en más, fue ella la que fue buscando su camino, que comenzó cuando, con 25 años, en la boleta de Unión Pro (De Narváez-Macri), se constituyó en la concejal más joven de la provincia de Buenos Aires, cuando asumió en Tres de Febrero. Su militancia y formación ideológica la fue cimentando en la Fundación Creer y Crecer, que creara Mauricio Macri en 2001, con la misión de “trabajar en el desarrollo, diseño y ejecución de políticas públicas en la búsqueda de soluciones para los problemas de la Ciudad de Buenos Aires y de la República Argentina”.
Luego de saltar de un casi anonimato al escaño municipal, SM dio otro importante paso en su carrera, al entrar al Congreso Nacional en 2011, para ocupar una banca de diputada.
Allí ya cumplía un rol de asesora, consultora e integrante de la mesa chica de Vicente López. Ahí ya se vislumbraba como “la delfín” de Jorge Macri en su arquitectura de poder para varios años en el partido.
Le queda a Mauricio y Sole -como sus copartidarios le dicen- un arduo camino por delante. Con el tiempo, se verá qué dinámica asume el PRO en su papel de partido opositor, pero dialoguista con el gobierno nacional de Javier Milei y, por ahora, aliado incondicional del oficialismo en el Congreso.