Incluso antes del «Coimasgate», cayó la imagen del gobierno
Un sondeo de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) muestra un retroceso generalizado en la evaluación del gobierno: el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) cayó 13,6% en agosto y quedó en 2,12 puntos, el nivel más bajo desde el inicio del mandato.
La caída no fue un hecho aislado: el relevamiento, producido por la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella y realizado entre el 1 y el 14 de agosto por Poliarquía Consultores, exhibe un deterioro transversal de las percepciones sobre la gestión. Y lo hace justo antes de que estallaran los episodios por supuestas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad y de las resonantes derrotas legislativa, dos hechos que podrían profundizar aún más el desgaste.
El informe desnuda pérdidas en las cinco dimensiones que componen el ICG. La valoración de la “honestidad de los funcionarios” retrocedió 9,9% y quedó en 2,54 puntos; la “capacidad para resolver los problemas del país” cayó 14,6% hasta 2,46; la “eficiencia en el gasto público” perdió 13,2% (2,10 puntos); la “evaluación general del gobierno” bajó 12,8% (1,78); y la percepción sobre la “preocupación por el interés general” sufrió la mayor merma, 18,2%, ubicándose en 1,73 puntos.
Es decir: no sólo cae la aprobación presidencial en términos abstractos, sino que disminuye la confianza en la rectitud, la gestión y la orientación pública del Ejecutivo.
Los analistas de la UTDT subrayan que la baja interrumpe una relativa estabilidad de los meses previos y fija un piso aún más bajo para la administración. Aunque recuerdan un antecedente cercano —en septiembre de 2024 el ICG había registrado 2,16 puntos tras una caída mensual del 14,8%—, el dato de agosto vuelve a encender alertas políticas: el gobierno pierde soporte en franjas amplias de la sociedad y suma vulnerabilidades políticas y simbólicas.
Comparaciones que alarman y relativizan
El estudio pone además en perspectiva el desempeño de Milei frente a otras gestiones a la misma altura del mandato. El promedio del ICG en los 20 meses de Gobierno se sitúa en 2,48 puntos: apenas por debajo del promedio alcanzado por Mauricio Macri en igual lapso (2,58) y por encima del de Alberto Fernández (2,17). En términos puntuales, el actual ICG (2,12) es 16,3% inferior al de agosto de 2017 —bajo Macri, 2,53— y 14,3% superior al de agosto de 2021 con Fernández (1,85).
Esos cruces muestran que, aunque la situación del Gobierno es frágil, el malestar no lo coloca necesariamente en el extremo histórico más crítico del último decenio. No obstante, la rapidez y profundidad de las caídas mensuales son lo que llama la atención de los analistas.
La pérdida de confianza no es homogénea: la encuesta revela brechas marcadas. Por género, la caída es más pronunciada entre las mujeres: el ICG masculino quedó en 2,42 (-8,3%), mientras que entre las mujeres descendió hasta 1,80 (-20%). Territorialmente, la confianza se mantenía relativamente más alta en el interior (2,39, -7,4%) y se desplomó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (1,76, -28,2%) y el Gran Buenos Aires (1,68, -23,3%).
El nivel educativo también marca diferencias: quienes cuentan con estudios terciarios o universitarios mantienen un ICG mayor (2,31, -7,6%) frente a quienes terminaron la secundaria (1,96, -20%) y a los que sólo llegaron a primaria (1,50, -30,2%). Y la experiencia concreta con la inseguridad influye de modo claro: quienes no sufrieron delitos en el último año muestran un índice más alto (2,25, -11,1%), mientras que las víctimas de delitos puntúan la gestión mucho peor (1,73, -22,4%).
Economía y expectativas
La correlación entre expectativas económicas y confianza en el Gobierno es contundente. Quienes creen que la economía mejorará dentro de un año puntúan a la gestión con 4,15 puntos (casi sin variación respecto al mes anterior), mientras que los que esperan estabilidad le otorgan 2,46 (-12,5%). Para quienes anticipan un empeoramiento, la confianza es casi inexistente: 0,56 puntos, aunque con un leve repunte mensual del 1,8%.
En la lectura de la UTDT, esta relación indica que la sustentabilidad política del Ejecutivo está atada, en primer término, a la percepción sobre el rumbo económico: sin señales claras de recuperación o alivio, la ventana de legitimidad se estrecha.
Consecuencias políticas inmediatas
El informe llega en un momento de máxima sensibilidad: el Gobierno atraviesa dificultades para sostener mayorías y consensos, y la erosión de la confianza agrega combustible a la oposición y a los actores sociales que ya expresan rechazo a las políticas de ajuste. Además, la caída más pronunciada en áreas como la honestidad y la preocupación por el interés general genera un problema reputacional de difícil reparación en el corto plazo.
Cabe remarcar que el sondeo fue efectuado antes de los episodios por presuntas coimas en ANDIS y de la derrota legislativa mencionada; por eso, los investigadores advierten que septiembre podría mostrar nuevas pérdidas. Si los escándalos y los reveses parlamentarios se consolidan en la agenda pública, la tendencia que muestra agosto podría agudizarse y reconfigurar las posibilidades de gobernabilidad.
La radiografía de la UTDT revela un gobierno que, a ocho meses de asumir, pierde capacidad de seducción y sufre un desgaste simultáneo en áreas clave de evaluación ciudadana. Gobernar con ese nivel de desconfianza implica mayores costos políticos para cualquier iniciativa futura y una mayor exposición a crisis que ya no pueden ser adjudicadas sólo a factores externos.
En la Casa Rosada, según fuentes políticas y analistas consultados, hay conciencia de que el mapa del apoyo cambió y que la urgencia será mostrar resultados tangibles sobre la economía y encarar una reparación del vínculo con sectores hoy muy escépticos. Pero las últimas semanas dejaron claro que la gestión tendrá menos margen de maniobra para equivocarse: la confianza, al menos por ahora, marcó un nuevo piso.