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Gestión Milei: el empleo privado volvió a caer

El empleo asalariado registrado en el sector privado volvió a retroceder en agosto y se ubicó en el nivel más bajo desde la asunción de Javier Milei. Los datos oficiales y los análisis del Instituto de Estudios y Formación (IEF-CTA Autónoma) muestran una dinámica preocupante: precarización, cierre de plazas industriales y salarios que no alcanzan a recuperar poder de compra.

El empleo registrado en Argentina mostró en agosto una nueva contracción: el sector privado perdió 10.555 puestos, al tiempo que el sector público registró 1.735 bajas y el trabajo en casas particulares cayó en 772 empleos. Esos retrocesos contribuyeron a que la destrucción acumulada desde noviembre de 2023 alcance los 223.796 puestos asalariados registrados. Los números surgen de los registros administrativos del SIPA y fueron sintetizados por distintos informes y coberturas informativas del mes.

Para el investigador del Instituto de Estudios y Formación (IEF) de la CTA Autónoma, Luis Campos, los datos de agosto confirman que la evolución reciente del mercado laboral no se trata sólo de una oscilación mensual, sino del inicio de “una nueva fase de destrucción” que, según sus palabras, se aceleró desde mediados de 2025 tras un breve rebote a comienzos de año. Campos advierte que la recesión y el ajuste fiscal están licuando las fuentes de trabajo estables y empujando a muchas personas hacia fórmulas de ingreso más precarias.

La industria manufacturera vuelve a encabezar las pérdidas de empleo. El informe del IEF destaca que casi todos los rubros fabriles muestran caída en sus planteles, con la excepción de alimentos y bebidas, que resisten con cierta estabilidad. Esa debilidad industrial se combina con la retracción de la obra pública y una menor inversión, factores que explican por qué provincias con fuerte vocación productiva y minera (como Santa Cruz) presentan los mayores desplomes interanuales y registros históricos muy por debajo de años anteriores.

Más monotributistas: crecimiento de la precariedad

Mientras caen los empleos formales, se verifica un aumento sostenido del número de monotributistas y de trabajadores por cuenta propia. Para los especialistas, ese fenómeno no es un signo de “emprendedurismo” victorioso, sino de precarización: personas que antes tenían relación de dependencia pasan a facturar como autónomos porque no encuentran puestos registrados, o porque las empresas persisten en estrategias para abaratar costos laborales. Ese cambio estructural empuja a una pérdida de derechos laborales y a ingresos más volátiles.

El empleo público también mostró bajas en agosto, aunque los analistas señalan que la dinámica de despidos se fue moderando desde febrero y que el ajuste pareció encontrar, por ahora, un piso relativo. Sin embargo, las cesantías acumuladas y el recorte del gasto estatal siguen afectando la actividad local y provincial, con impacto directo en obras públicas y servicios esenciales.

El empleo registrado en casas particulares continúa en caída libre y se sitúa en niveles comparables a los de 2013. El trabajo doméstico, golpeado desde la pospandemia, registra pérdida de derechos, salarios bajos y aumento de la informalidad: en dos años se perdieron más de 30.000 empleos en el rubro, según el relevamiento, en un contexto donde la caída del consumo y el ajuste reducen la demanda por servicios formales.

Salarios que vuelven a perder contra la inflación

A la contracción del empleo se suma el deterioro del poder de compra de los trabajadores registrados. Según el INDEC, en septiembre el índice de salarios acumuló una suba del 30,4% respecto de diciembre de 2024, con aumentos de 20,4% en el sector privado registrado y 23,9% en el público —pero la inflación mensual de septiembre fue del 2,1%, por lo que los salarios formales quedaron por debajo de la suba de precios en ese mes y volvieron a perder capacidad de compra real. En términos prácticos, el avance nominal de remuneraciones no compensa la pérdida de poder adquisitivo de los hogares.

La situación es dispar según la provincia: sólo Neuquén y Mendoza registraron saldos positivos frente a noviembre de 2023, mientras que otras jurisdicciones enfrentan fuertes caídas —Santa Cruz (-15%), La Rioja (-11,2%), Formosa (-8,2%) y Catamarca (-8%) están entre las más afectadas—. El caso de Santa Cruz fue especialmente crítico: agosto de 2025 marcó uno de los niveles más bajos de empleo registrado desde 2009, reflejo del parate en obra pública y minería.

Para los analistas y sindicalistas que siguen la serie, si la recesión se profundiza en el último trimestre del año el empleo formal podría retroceder aún más, sobre todo en los sectores más sensibles a la caída de la demanda —industria, construcción y servicios—. Luis Campos y otros referentes del IEF plantean que los datos de agosto confirman que “la recuperación del empleo no sólo se frenó, sino que empezó a retroceder”, y reclaman medidas de emergencia que protejan fuentes de trabajo, salarios y derechos.

Con 223.796 puestos formales menos desde fines de 2023, salarios que pierden frente a la inflación y una creciente pauta de empleo precario, el mercado laboral argentino entra en una fase de mayor fragilidad social. La combinación de ajuste fiscal, menor actividad y reformas que flexibilizan condiciones laborales amenaza con profundizar la pérdida de trabajo digno. El desafío es claro: impulsar políticas que frenen la destrucción de empleo, protejan el salario real y promuevan un plan productivo con perspectiva de derechos. Una agenda que ponga en el centro a los trabajadores como actores y no como costo a reducir.

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