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¿Cómo tratar los trastornos alimentarios?

Por Orillas, espacio de Psicoanálisis (*)

El año pasado fue noticia que Argentina es uno de los países donde se presentan con mayor frecuencia los llamados trastornos alimentarios, anorexia y bulimia. Nos interesa comentar qué se entiende por trastorno, porque no es lo mismo que síntoma, tal como lo entendemos en psicoanálisis. Un trastorno es algo que se aparta de cierta normalidad, de lo esperable. Se lo define como alteración o desorden. Un tratamiento adecuado a la idea de trastorno sería aquel que vuelva al orden, a lo que debería ser. En los casos graves de anorexia o bulimia está en juego la salud del organismo, llegando en casos extremos a la muerte. En este aspecto son los médicos los que deben orientar el tratamiento. Pero respecto del componente subjetivo, hay otro modo de abordaje, se trata de aquello que subyace, que no es solo si se ingiere o no el alimento, ni cómo ni cuánto, si no ¿por qué se lo rechaza? De eso solo puede decir algo quien lo padece. La escucha atenta del analista puede hacer del “trastorno” un síntoma.

Anorexia
Hay mucho escrito sobre anorexia. Lo que se destaca de esta patología es el rechazo al alimento. Ese rechazo, está en el marco de un síntoma que puede ser descifrado simbólicamente, leído en la trama de la vida de esa persona. ¿Es de algún modo un llamado, un grito dirigido al Otro? ¿O es pura pulsión de muerte que se desata, condenando a quien lo padece a la inanición, sin que éste pueda hacer nada al respecto? En el primer caso, hablar y empezar a articular el sentido que tiene ese síntoma puede aliviarlo y producir un desplazamiento. En el segundo caso, mucho más grave, se tratará de apuntar a un tratamiento que esté advertido del límite del poder de la palabra y de la simbolización y que a veces requiere también hospitalización y medicación.

Bulimia
La bulimia, a diferencia de la anorexia, se trata no tanto de una privación sino que consiste en un primer momento de devorarlo todo, conocido como atracón. Su voracidad en juego tiene un efecto de borramiento subjetivo mientras ocurre, pero en un segundo tiempo, se intenta una especie de restitución por medio del vomitar, cobrando el vómito diferentes funciones y valores para cada uno. Ese juego de llenado y vaciado de la bulimia como la privación de la anorexia y sus maniobras de compensación nos llevan en los tratamientos a diferentes lecturas e intervenciones que solo podemos hacer en la singularidad de cada uno.

Diferenciar instinto de pulsión
Para Freud, instinto y pulsión no son lo mismo. El instinto (relacionado con la alimentación, la reproducción, la supervivencia) está en relación a la repetición de una acción, un acto reflejo, como observamos en los animales. Se aparean siempre en la misma fecha, siempre del mismo modo, regido por la biología, la determinación genética y hereditaria. Los seres humanos, en cambio, estamos afectados por el lenguaje, y esto modifica el instinto. La pulsión no se rige por el reloj biológico. En este sentido, por ejemplo, a Freud le llamó la atención que náufragos hambrientos soñarán con manjares, cuando sería de esperar que cualquier cosa satisfaga su desesperado hambre. En el manjar hay un plus, algo más que el alimento, eso que nos diferencia de los animales.

Comer algo rico, hacer deporte, pueden ser algunos de los grandes placeres de la vida cuando están ligados al deseo. Sin embargo, el cuerpo humano no siempre persigue su propio bien, como dice Freud, la pulsión de muerte empuja a otra cosa que se diferencia de lo placentero y de esto da cuenta el cuerpo en la anorexia o en la bulimia.

Hay que tener en cuenta que tanto la anorexia, como la bulimia como cualquier síntoma, es necesario enmarcarlos en el contexto de cada época. En la actualidad, la proliferación de imágenes al servicio de la estética en las redes, de cuerpos esqueléticos, modelados hasta los huesos por rutinas diarias y arduas de entrenamiento junto con el seguimiento de dietas, cálculos de calorías o lectura compulsiva de etiquetas y hábitos saludables de una rigidez llamativa, muchas veces encubren problemas en el lazo con la comida y la alimentación a los que conviene prestarles atención.

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