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El 65% de los niños en Argentina son pobres

Un nuevo informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) revela un panorama desolador sobre la pobreza y la indigencia en el país. Durante el último trimestre del año, la pobreza alcanzó al 49,9% de la población, es decir, cerca de 23 millones de personas. Este dato muestra un aumento preocupante respecto al 44,7% registrado en el mismo periodo de 2023.

Los niños son el sector más afectado por esta crisis: el 65,5% vive en situación de pobreza y 2 de cada 10 enfrenta condiciones de pobreza extrema. Esta realidad significa que más de un millón y medio de menores se van a dormir sin haber cenado.

La indigencia también presenta un incremento significativo, pasando del 11,9% en 2023 al 12,9% actual. Más allá de ser cifras estadísticas, estos porcentajes reflejan un deterioro constante en la calidad de vida de las personas trabajadoras y sus familias, quienes deben resignar necesidades básicas para sobrevivir.

Según el informe, el 29,4% de los hogares redujo sus gastos en medicamentos, el 29,9% dejó de pagar tasas o impuestos, y el 27,1% no pudo cubrir el costo de algún servicio esencial.

La desigualdad, un abismo creciente
La crisis económica golpea de manera desigual. Mientras los trabajadores enfrentan la pérdida de empleos formales, salarios depreciados y una inflación que encarece los bienes esenciales, las grandes fortunas continúan acumulando riqueza. Desde 2020, las personas más adineradas del país han visto crecer sus patrimonios en un 68%.

Un ejemplo claro es Marcos Galperin, fundador de Mercado Libre, quien duplicó su fortuna en apenas cinco años. En contraste, el salario mínimo real se encuentra en niveles similares a los de 2001, dejando a millones en una situación de vulnerabilidad.

Una transferencia de recursos disfrazada
Bajo la excusa de ajustes y medidas de austeridad, lo que en realidad ocurre es una transferencia de recursos desde las clases trabajadoras hacia los sectores concentrados de la economía. Este mecanismo, que algunos presentan como necesario para sanear las cuentas públicas, intensifica las desigualdades estructurales y profundiza la pobreza.

En un contexto donde las necesidades básicas están cada vez más lejos del alcance de millones, el desafío de revertir esta situación se presenta como una prioridad urgente para cualquier proyecto de país inclusivo y sostenible.

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