Greenpeace advierte sobre los desmontes
La destrucción de los bosques nativos en Argentina avanza a un ritmo alarmante, y esta vez, Greenpeace ha dado la voz de alerta en Santiago del Estero. La organización ambientalista denunció que los dueños de las gaseosas Manaos han deforestado 200 hectáreas de bosques nativos, lo que equivale a unas 200 canchas de fútbol. Este ecocidio fue detectado a través de imágenes satelitales, que permitieron identificar la devastación en una finca ubicada a solo 10 kilómetros de la ciudad de Quimilí.
Para visibilizar este atropello contra la naturaleza, Greenpeace desplegó un enorme cartel con la leyenda “Exceso de desmontes” junto a la zona que fue arrasada. La escena es desoladora: lo que antes era un vibrante ecosistema ahora es tierra yerma, fruto de la ambición desmedida.
«Este nuevo desmonte no solo destruye árboles, sino que arrasa con la vida, con la naturaleza que nos brinda sustento. Si no ponemos un freno, esto seguirá ocurriendo», advirtieron desde Greenpeace, resaltando la urgencia de detener estas prácticas destructivas.
El historial de la familia Canido, propietaria de Manaos, en la región es preocupante. Desde hace más de una década, han estado involucrados en la deforestación de varias fincas en Santiago del Estero con el fin de expandir sus emprendimientos agropecuarios. Esta actividad no solo pone en peligro la biodiversidad de la zona, sino que también ha generado conflictos con familias campesinas e indígenas, quienes dependen de los bosques para su supervivencia. Para ellos, estos bosques no son solo su hogar, sino su fuente de alimento, medicina y cultura.
Los bosques nativos son mucho más que un conjunto de árboles; son los pulmones de nuestro planeta. Nos brindan el oxígeno que respiramos, alimentos, maderas, y medicinas. Además, juegan un papel crucial en la regulación del clima, la conservación de los suelos y la protección de las fuentes de agua. Cada hectárea destruida es una pérdida irreparable, y los bosques que se van, no los volveremos a ver.
Es urgente que la deforestación tenga condena, y que todos, como sociedad, tomemos conciencia de que sin bosques, no hay futuro. El tiempo de actuar es ahora, antes de que sea demasiado tarde.
