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La UIA crítica, con los tapones de punta

La mesa chica de la Unión Industrial Argentina (UIA) se reunió ayer y dejó en claro lo que ya no podía ocultar: la actividad productiva está en retroceso y el sector comienza a virar hacia la política para reclamar un espacio en la distribución del ingreso. Con una contracción interanual que ronda el 10% y un esquema de cierres y despidos que se volvió habitual, los industriales advierten que el plan económico vigente no ofrece señales de recuperación.

En la reunión estuvieron los principales referentes del círculo directivo: Martín Rapallini —titular de la entidad— y representantes de grandes grupos y cámaras, entre ellos David Uriburu (Techint), Luis Tendlarz (textil), Guillermo Moretti (sector químico, Santa Fe) y Elio del Re (ADIMRA). Todos coincidieron en que las cifras presentadas por el informe son contundentes: las políticas aplicadas por el gobierno de Javier Milei no sólo no revierten la caída, sino que aceleran la pérdida de dinamismo del entramado productivo.

Los dirigentes señalaron al cierre que la foto macro muestra una industria más débil, con exportaciones a Brasil en retroceso (una baja del 11% respecto de julio) y con parámetros de actividad por debajo de los niveles de 2022 y 2023.

Cierres y pérdida de empresas: la sangría continúa

El informe que pasó por la mesa revela una reducción del tejido empresario: entre noviembre de 2023 y la fecha actual se señalan 16.322 empresas menos —una caída desde 512.357 hasta 496.035 unidades—, lo que equivale a un promedio de 859 cierres mensuales. Del total de ceses, alrededor del 10% corresponden a industrias.

Además, las firmas que permanecen activas registran retrocesos en producción, ventas y empleo. La contracción de facturación es más pronunciada que la de la producción: las ventas acumulan una caída del 43,5% mientras que la producción cae 36,3%. En el frente laboral, casi una cuarta parte de las empresas (24,4%) redujo su plantel, el porcentaje más alto de la serie histórica que releva el informe.

Nueve de los 16 rubros que integran el índice industrial registraron caídas interanuales. Los descensos más marcados afectaron a prendas de vestir, cuero y calzado (-10,7% i.a.); productos textiles (-10,1% i.a.); productos metalúrgicos (-8,5% i.a.) y vehículos automotores (-8,4% i.a.). En niveles más moderados retrocedieron maquinaria y equipo (-4,7%), alimentos y bebidas (-3%) e industrias metálicas básicas (-2% i.a.).

En la vereda de enfrente, algunos segmentos mostraron dinamismo: muebles y colchones creció 23,3% interanual y “otro equipo de transporte” (empujado por la producción de motos) registró un alza del 12,2%. Pero para los analistas presentes, esos casos aislados no compensan el derrumbe general.

La caída de exportaciones impactó en rubros clave: la producción de autos se contrajo un 7%, el patentamiento de maquinaria industrial registró una baja del 13% y la metalmecánica retrocedió 2,3%. Para la UIA, esos números son la muestra más tangible de cómo la política económica —con énfasis en la financiera— termina canalizando recursos hacia la especulación en vez de sostener la producción.

Como síntoma de la crisis empresaria, el caso de Celulosa Argentina fue puesto como ejemplo de gravedad: la compañía, que había solicitado concurso de acreedores por una deuda aproximada de 128 millones de dólares, fue traspasada simbólicamente por 1 dólar. La operación dejó el control accionario en manos de Nofal, que quedó con 452,6 millones de acciones clase B —equivalentes al 45,5% del capital— mientras la familia Urtubey se desprendió de su participación.

Los resultados financieros al 31 de mayo mostraron un salto negativo: una pérdida semestral de 172.634 millones de pesos, frente a una ganancia de 37.831 millones en el mismo periodo del año anterior. El plan que se perfila desde la nueva administración de la empresa apunta a ajustar la oferta a volúmenes menores y a potenciar las ventas externas.

Críticas al presupuesto 2026 y el giro hacia la política

En el encuentro la UIA también replicó objeciones al proyecto de presupuesto 2026 recientemente enviado al Congreso. Lo calificaron de lleno de “inconsistencias” y de desconectado de la realidad productiva. La lectura de los industriales es política: mientras el Ejecutivo celebra medidas que alientan la llamada “bicicleta financiera”, las fábricas sufren la merma de pedidos, la retracción del mercado interno y el cierre de plantas.

Para dirigentes presentes, la reunión tuvo además un sentido gestual: dejar constancia pública de un malestar que hasta ahora había sido contenido en canales privados. El desplazamiento del reclamo hacia la arena pública anticipa una búsqueda de protagonismo político y de un lugar en las negociaciones sobre la distribución del ingreso y las reglas de juego.

La foto que emerge de la mesa chica de la UIA es, en palabras de varios de sus asistentes, “de extrema preocupación”. Pérdida de empresas, caída de producción y ventas, empleo en retroceso y casos emblemáticos de firmas que cambian de manos por simbólicas cifras forman un cuadro que desafía la narrativa oficial sobre la reactivación. Con esos datos sobre la mesa, la industria comienza a moverse para no quedar fuera del reparto económico y exige respuestas que, hasta ahora, no llegaron.

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