La UCR eligió al presidente más joven de su historia
Si bien la juventud por sí sola no es una virtud política sino un dato biográfico, la elección de Leonel Chiarella combina esa característica con un historial de gestión municipal que le permite llegar a la conducción de la Unión Cívica Radical (UCR) con el respaldo explícito de gobernadores y dirigentes provinciales. El intendente de Venado Tuerto, de 36 años, fue elegido por consenso como presidente del Comité Nacional en un plenario que buscó evitar una interna en medio de una crisis institucional del partido.
La designación -que reemplaza a Martín Lousteau- coronó a Chiarella como el presidente más joven en la historia del radicalismo y fue el resultado de un acuerdo impulsado por el bloque de gobernadores conocido como Provincias Unidas, con fuerte protagonismo del gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro. Sectores provinciales y la corriente Evolución acompañaron la postulación; en paralelo hubo reparos de espacios como el cornejismo, que optaron por no intervenir para facilitar un cierre por consenso.
Un partido herido y un desafío de posicionamiento
La renovación se produce en un momento complejo para la UCR: en el último ciclo electoral el radicalismo sufrió una pérdida significativa de representación en ambas cámaras y exhibe tensiones internas sobre su relación con el Gobierno nacional y con La Libertad Avanza. La nueva conducción tendrá, por tanto, la doble tarea de administrar la convivencia entre las distintas corrientes internas y de intentar recuperar peso político y territorial.
Chiarella llega con un expediente municipal sólido para acreditar su perfil gerencial. Asumió la intendencia de Venado Tuerto en 2019 y fue reelecto en 2023 con una votación aplastante —más del 83% de los sufragios—, resultado que desde su entorno interpretan como validación de un modelo de gestión basado en equilibrio fiscal y obra pública.
Su gestión municipal incluye la expansión de una red de jardines para la primera infancia —con la apertura de salas y la puesta en marcha de una sala nocturna que fue destacada como singular—, la ampliación de salas de salud, programas culturales y deportivos y una intensa articulación público-privada con empresas radicadas en la ciudad. Venado Tuerto fue además reconocida recientemente por la Red de Innovación Local (RIL) y certificada como “Ciudad Eficiente”, distinciones que el propio intendente y medios locales utilizan para subrayar su carácter innovador en la gestión.
Seguridad, narcotráfico y herramientas de denuncia
La seguridad y la lucha contra el narcotráfico fueron ejes centrales de la campaña y la gestión de Chiarella —una línea en la que coincide con Pullaro—. En Venado Tuerto impulsó los llamados “Buzones de la Vida”, un mecanismo de recepción de denuncias anónimas que, según la municipalidad, fue la puerta de inicio de investigaciones y operativos que terminaron en causas y detenciones. En el tramo público de su gestión también figuran intervenciones judiciales en las que el intendente apareció como denunciante o testigo relevante frente a bandas vinculadas al narcotráfico.
En su acto de asunción Chiarella combinó referencias históricas al radicalismo con una apelación a la gestión y la transparencia: “Cuando no se roba, los recursos alcanzan”, llegó a ser sintetizado por medios como su consigna característica, y prometió priorizar el trabajo territorial y la honestidad pública por encima de la “rosca” partidaria. En ese marco agradeció el respaldo recibido y definió su meta: “Vamos a trabajar para consolidar una UCR moderna, protagonista, que gestiona y resuelve los problemas de la gente”.
La nueva mesa de conducción deberá lidiar de forma urgente con dos preguntas políticas: cómo recomponer la identidad propia del radicalismo frente al avance de fuerzas como La Libertad Avanza y a la fragmentación interna que mostró la bancada en el Congreso; y hasta qué punto el partido se posicionará como socio o como fuerza opositor a las políticas del Gobierno nacional. El aval de gobernadores le da a Chiarella una base de poder territorial, pero también lo ata a expectativas de gestión y resultados concretos en plazos relativamente cortos.
Chiarella no evitó la carga simbólica de su cargo: dijo sentirse honrado por ocupar el mismo sillón que figuras históricas del radicalismo y subrayó su condición de militante por encima de la búsqueda de cargos. Ese gesto —y su recorrido municipal— serán, en los próximos meses, la medida por la que la UCR juzgará si la apuesta por una conducción joven y gestionadora logra devolverle centralidad al partido o apenas la posterga hasta la próxima pulseada electoral.

