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Trastornos alimentarios: entre la nada y el exceso

En las últimas semanas fue noticia que Argentina es uno de los países donde se presentan con mayor frecuencia los llamados trastornos alimentarios, anorexia y bulimia. Nos interesa comentar qué se entiende por trastorno, porque no es lo mismo que síntoma, tal como lo entendemos en psicoanálisis. Un trastorno es algo que se aparta de cierta normalidad, de lo esperable. Se lo define como alteración o desorden. Un tratamiento adecuado al trastorno en cuestión sería aquel que vuelva al orden, a lo que debería ser. Por supuesto que en los casos graves de anorexia o bulimia está en juego la salud del organismo, llegando en casos extremos a la muerte. En este aspecto son los médicos los que deben orientar el tratamiento. Pero respecto del componente subjetivo, hay otro modo de abordaje, se trata de aquello que subyace, que no es solo si se ingiere o no el alimento, ni cómo ni cuánto, si no ¿por qué se lo rechaza? De eso solo puede decir algo quien lo padece. La escucha atenta del analista puede hacer del “trastorno” un síntoma.

Hay mucho escrito sobre anorexia. Lo que se destaca de esta patología es el rechazo al alimento. Como toda manifestación psíquica, el diagnóstico es importante. Ese rechazo, está en el marco de un síntoma que puede ser descifrado simbólicamente, leído en la trama de la vida de esa persona. En ciertas condiciones puede llegar a ser un llamado dirigido al Otro. O es pura pulsión de muerte que se desata, condenando a la inanición, sin que se pueda hacer nada al respecto. En el primer caso, hablar y empezar a articular el sentido que tiene ese síntoma puede aliviarlo. En el segundo caso, mucho más grave, se tratará de apuntar a un tratamiento que esté advertido del límite del poder de la palabra y de la simbolización y que a veces requiere hospitalización y medicación.

La bulimia, a diferencia de la anorexia, se trata, no tanto de una privación, sino que consiste en un primer momento de devorarlo todo, conocido como atracón. Su voracidad en juego tiene un efecto de borramiento subjetivo mientras ocurre, pero en un segundo tiempo, se intenta una especie de restitución por medio del vomitar, cobrando el vómito diferentes funciones y valores para cada uno. Ese juego de llenado y vaciado de la bulimia como la privación de la anorexia y sus maniobras de compensación nos llevan en los tratamientos a diferentes lecturas e intervenciones que solo podemos hacer en la singularidad de cada caso.

Para Freud, instinto y pulsión no son lo mismo. El instinto, relacionado con la alimentación y la reproducción, está en relación a la repetición de una acción, un acto reflejo, como en los animales. Para ellos, aparearse es siempre en la misma fecha, siempre del mismo modo, regido por la biología y la determinación genética y hereditaria. Los seres humanos estamos afectados por el lenguaje, que modifica el instinto. Para distinguir ambos Freud las llamó pulsiones de autoconservación y pulsiones sexuales.

Los animales no se preguntan qué quieren porque tienen un objeto prefijado. En cierta ocasión a Freud le llamó la atención que náufragos hambrientos soñarán con manjares, cuando uno se imaginaría que cualquier cosa podría satisfacer su desesperado hambre. En el manjar hay un plus, algo más que el alimento, eso que nos diferencia de los animales.

Comer algo rico, hacer deporte, pueden ser algunos de los grandes placeres de la vida cuando están ligados al deseo. Sin embargo, el cuerpo humano no siempre persigue su propio bien, como dice Freud, la pulsión de muerte empuja a otra cosa que se diferencia de lo placentero y de esto da cuenta el cuerpo en la anorexia o en la bulimia.

Hay que tener en cuenta que tanto la anorexia, como la bulimia, como cualquier síntoma, es necesario enmarcarlos en el contexto de cada época. En la actualidad, proliferación de imágenes al servicio de la estética en las redes, de cuerpos esqueléticos, modelados hasta los huesos por rutinas diarias y arduas de entrenamiento, junto con el seguimiento de dietas, cálculos de calorías o lectura compulsiva de etiquetas y hábitos saludables de una rigidez llamativa, muchas veces encubren problemas en el lazo con la comida y la alimentación a los que hay que prestarles atención.

Foto: Healthychildren.org

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